Los mafiosos y la belleza.
Ya un poco mejor y de nuevo sentados en la mesa, Alessandra había pedido un postre que se le antojó muchísimo.
— Nena, me sorprende que después de volver el estómago y estar así de pálida estés comiendo este postre, además me has estado evadiendo sobre mi pregunta, ¿Dime si estás enferma de algo? Te advierto que no te voy a llevar a la mansión Black, te voy a llevar al hospital a qué te revisen.
— A decir verdad hace un momento me sentía fatal, últimamente me sucede muy a menudo, dos o tres veces al día, es... muy incómodo, este malestar me tiene prácticamente tirada en mi cama.
— ¡¿Qué?! No puedes estar hablando en serio, ¿Por qué yo no estaba enterado de esto? Qué jodido que no me cuentes nada sobre tí, vamos a ser esposos pronto Alessandra ¡¿Por qué me excluyes así?! ¿Acaso tú... Estás muy enferma?
El mafioso estaba tenso, pensar en perder a su prometida era imposible, para los Rodríguez una vez que se enamoraban no había marcha atrás, solo podía ser esa mujer la que podrí