CAPÍTULO 14

Apenas sintió el roce de los nudillos en la puerta pidiendo permiso para entrar, pero sabía que aquel olor a flor de noche era el suyo sin necesidad de volverse a mirarla.

— No pensé que fueras a arriesgarte a entrar en mi habitación después de evitarme con tanto afán. — dijo con amargura.

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