67. Helado
Leonardo
El silencio en el auto era ensordecedor. Por el retrovisor, veía a los pequeños aún asustados, y Amber... parecía haber construido un muro a su alrededor; el cabello recogido en un moño tan apretado que llegaba a parecer doloroso.
"Louis," llamé suavemente cuando llegamos al hotel. El niño alzó los ojos rojos hacia mí. "Ven aquí, campeón."
En cuanto salimos del auto, lo tomé en brazos. Su pequeño cuerpo aún temblaba.
"¿Sabes qué vi hoy?" hablé, acomodándolo en mis brazos. "Vi a un niñito muy valiente que intentó defender a su mamá."
"Pero solo lloré," sorbió, escondiendo el rostro en mi hombro.
"Ey," alcé su mentón delicadamente. "Llorar no significa que eres débil. Significa que tienes sentimientos, que te importa. Y fuiste muy, muy fuerte hoy."
"El papá... él dijo..."
"Está equivocado," corté, sintiendo mi sangre hervir solo de recordar las palabras de Calton. "Eres un niño increíble, Louis. Y estoy muy orgulloso de ti."
Sus ojitos se llenaron de lágrimas de nuevo, y aquell