18. Golpe
Peter
En cuanto el coche de Martinucci desapareció en la esquina, dejé que toda mi rabia estallara. Volví al coche ignorando las miradas asustadas de los padres que aún quedaban y arrojé la pistola al asiento del copiloto con tanta fuerza que el cuero italiano crujió en protesta. Mis puños golpearon el volante repetidamente, cada impacto resonando con la humillación que acababa de sufrir. El sabor metálico de la sangre en mi boca se mezclaba con la bilis que subía por mi garganta.
"¡Hijo de puta!" Escupí las palabras junto con un hilo de sangre. Mi lengua exploró el corte en el labio, cada punzada de dolor alimentando mi furia.
El silencio a mi alrededor finalmente atravesó la niebla roja de la rabia. Los padres y los niños habían desaparecido como ratas asustadas, las puertas de la escuela estaban cerradas, y Amber... ¿Dónde demonios estaba Amber?
Un escalofrío recorrió mi columna cuando la comprensión me golpeó. Salí del coche, intentando ignorar cómo temblaban mis manos mientras aj