134. Misterio
Leonardo
La rabia ardía dentro de mí como fuego vivo mientras observaba los daños en el coche. Era evidente que no había sido un accidente. Fue un movimiento calculado: lo bastante fuerte para asustar, pero no para matar. Un mensaje claro, y odiaba que me trataran como una pieza en el juego de alguien más.
«Saquen a la señorita Amber de aquí. Ahora». Mi voz salió más dura de lo que pretendía, pero la urgencia latía en cada palabra.
«No», respondió ella sin dudar, con tono desafiante. «Quiero quedarme contigo».
«Es peligroso, Amber», insistí girándome hacia ella, intentando controlar la frustración. «Tienes que volver a casa».
«¡No!». Dio un paso adelante; la determinación brillaba en sus ojos. «Necesito ir al apartamento. Si esto fue una amenaza, como hicieron con la Dra. Gabriela, no puedo huir. Tengo que enfrentarlo. Si encuentro el pendrive, tal vez tengamos más respuestas».
Tenía razón, pero eso no disminuía mi preocupación. Me mordí el labio con fuerza, tratando de contener el to