Capítulo 52 – No estoy cegada.

UN MES DESPUÉS

Gianina se encontraba revisando las cuentas de Antonio. Quería saber a la perfección de cuánto dinero disponía y cómo iban las acciones en las que el hombre había invertido un gran porcentaje, lo mismo con las empresas que él había dejado atrás.

Durante el tiempo que había pasado con Adriano, no se había preocupado por nada e, inconscientemente, había delegado aquella tarea en los contadores y en los hombres de confianza de Antonio.

Sin embargo, algo no estaba bien y, por mucho que analizaba las cuentas, no estaba segura en qué estaba fallando.

Aun así, estaba completamente obcecada en descubrir la falla.

En ese momento, se encontraba revisando las cuentas por enésima vez, cuando Sara entró en el despacho que la propia Gianina había adaptado a sus comodidades.

—Oye, querida, es hora de almorzar —le dijo mientras se sentaba frente al escritorio y buscaba su mirada.

Gianina suspiró.

—¿Ya? —preguntó.

Estaba desorientada.

—Cariño, tienes que comer, has perdido demasiado pes
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