UNA SEMANA DESPUÉSTras la conversación que había tenido con Sara, Gianina había decido tomar las riendas de su vida y hacerse cargo de su vida.Ya era hora de que se comportara como la mujer adulta que era y que admitiera sus sentimientos. No ante los demás, ellos ya lo sabían, sino ante sí misma.No era que ignorara por completo lo que sentía, sin embargo, buscaba, por todos los medios, en especial el trabajo, la manera de evadirlo.Durante el último tiempo, poco más de un mes, había acallado lo que sentía.Sin embargo, ahora que lo pensaba con la mente en frío, no podía negar que había sido una completa estúpida.Lo único que había logrado, tal y como le había dicho su amiga, días atrás, había sido alejarse de sus hijos y enfermarse mental y físicamente.No obstante, para eso se había visto obligada a ir al médico por un fuerte dolor en el pecho.Durante dos días el dolor no la había dejado ni respirar, por lo que, al tercero, decidió dejar de ignorarse de aquella manera.Al llegar
Adriano se sentía exultante.Durante el último mes había perdido toda esperanza de que Gianina regresara con él, o que, al menos, le permitiera mantener una conversación. Sobre todo, después de que no había recibido respuesta al enviarle aquel mensaje.No obstante, allí estaba, desorientado, sin saber qué hacer primero.Tras aceptar la oferta de Gianina de verse ese mismo día, habían acordado la hora y no estaba seguro de poder alistarse para estar a tiempo.Sin embargo, debía hacerlo, no podía perder la oportunidad de verla, cuando ella había sido la que había acudido a él.Inspiró profundo y, tras buscar ropa limpia en el interior de su armario, se desvistió y, sin esperar que el agua de la ducha se templara, se introdujo debajo del chorro.Sin perder ni un segundo, comenzó a jabonarse con una sensación de irrealidad que embargaba cada célula de su cuerpo.No podía creer que, cuando lo había dado todo por perdido, la vida, aun después de haber sido un imbécil, le estuviera dando una
SEIS MESES DESPUÉS.Los días, tras aquella cena, pasaron a con una lentitud avasallante.Adriano, tras hablar con Gianina, había acudido rápidamente a un psicólogo, con la intención de comprenderse a sí mismo y, mientras más conocido, tenía que reconocer que cada vez que escarbaba en su ser más se sorprendía y se asustaba.No podía creer que, durante tanto tiempo, hubiera guardado tanta información en su interior y haberla ignorado.Aun así, agradecía conocer y, sobre todo, comprender lo que había en su interior. De esa manera, podría actuar de manera diferente con Gianina.Habían pasado ya seis meses desde aquella conversación en la que Gianina le había dado una nueva oportunidad, en la que él había obtenido una nueva posibilidad de estar con ella, con la mujer que amaba, con la madre de sus hijos y poder conformar una familia.Sin embargo, los últimos meses, a pesar de todo lo bueno, también había tenido que acudir al psiquiatra, dado que la ansiedad había comenzado a ir en aumento,
Al adentrarse en la mansión, Gianina sintió una electricidad recorrerle todo el cuerpo. Sinceramente, no se sentía preparada para enfrentar a Adriano. Sin embargo, mal que le pesara, sus amigas tenían razón. Inconscientemente, estaba aplazando el momento y eso no tenía sentido. ¿Cuándo pensaba que sucedería? ¿Acaso habría algún momento en el que se sentiría cien por ciento segura? ¿Acaso en la vida alguien podía sentirse seguro? Por supuesto que no. Nada estaba asegurado en la vida, y ella, estúpidamente, buscaba esa seguridad. Con paso lento, sintiendo que sus piernas pesaban una tonelada, se acercó a Adriano y le sonrió con incomodidad. —Hola —dijo, sin saber cómo empezar esa conversación—. ¿Cómo estás? —Muy bien. Me alegra mucho verte —respondió Adriano sinceramente—. Sara me dijo que querías verme, y, para ser honesto, me sorprendió. —Gianina ladeó la cabeza—. Pensé que serías tú quien me dijera que estás lista; nunca pensé que mandarías a una de tus amigas a decírmelo… —Ven,
Después de tanto tiempo, separados, la tensión y la pasión entre Adriano y Gianina eran palpables, como una corriente eléctrica que los envolvía y los atraía irremediablemente.Cada mirada cómplice y sugerente que compartían era como un lenguaje secreto que solo ellos entendían, un indicio claro de que la atracción entre ambos había renacido con una fuerza arrolladora.Mientras conversaban, Sara y Johana, conscientes de la necesidad de intimidad entre los dos amantes reencontrados, decidieron salir con los niños, brindándoles un tiempo a solas que ambos anhelaban desde hacía demasiado tiempo.La partida de las mujeres dejó un silencio expectante en la habitación, como si el ambiente mismo reconociera el momento especial que estaba por acontecer.La noche cayó rápidamente, envolviéndolos en su manto oscuro, pero también en una atmósfera cargada de complicidad y deseo.Cada susurro que escapaba de sus labios estaba impregnado de anhelos contenidos, de confesiones que deseaban ser expres
UNA SEMANA DESPUÉS.Aquella mañana, el sol brillaba en lo alto, anunciando un nuevo día lleno de posibilidades para Adriano, Gianina y sus hijos.Poco a poco, en los últimos días, su relación se había fortalecido y ninguno podía negar que habían encontrado la felicidad en su amor compartido.Se habían dado cuenta de que disfrutaban muchísimo de la vida familiar, por lo que, aquel día, decidieron pasar un día junto a los niños.El plan era simple, pero significativo.Adriano y Gianina, sin perder ni un minuto, prepararon un pícnic para pasar el día en el parque.Adriano, demostrando su amplio conocimiento en cocina, preparó bocadillos y pastelillos, unas cuantas botellas de jugos y una ingente cantidad de dulces.—¿Crees que es bueno darles tanta azúcar a los niños? —preguntó Gianina frunciendo el ceño.—Es un día de parque, necesitarán energía para correr todo el día —respondió Adriano.—¡Nos volverán locos! —exclamó Gianina.—Pues, ¿qué hay mejor que eso? —inquirió Adriano—. Disfrute
Habían pasado seis meses desde aquel hermoso día en el parque, donde Adriano y Gianina habían compartido increíbles y memorables con sus hijos.Durante ese tiempo, habían trabajado arduamente en reconstruir su relación, fortaleciendo los lazos que los unían y creando nuevos recuerdos llenos de amor y de complicidad.Adriano había decidido que quería hacer algo especial para celebrar el amor que compartían.Por este motivo, se había acercado a Sara y a Johana, con cuya complicidad, comenzó a planear una fiesta sorpresa para Gianina.Quería que aquella fuera una noche única e inolvidable, llena de alegría y de emoción, donde pudieran honrar a Gianina con todo su amor y su apoyo.Por ello, durante semanas, Adriano se reunió con Sara y con Johana en secreto, para organizar cada detalle de la fiesta sorpresa.En conjunto, los tres escogieron un elegante salón para llevar a cabo la celebración y se encargaron de la decoración, las luces y hasta de los arreglos florales. Cada detalle debía s
EL DÍA DE LA BODA.El día soñado había llegado. Adriano y Gianina, rodeados de familiares y amigos, se encontraban en un hermoso jardín decorado con flores y luces tenues.El ambiente estaba lleno de amor y de emoción, mientras todos esperaban ansiosos el momento en que Adriano y Gianina se unieran en matrimonio.El sol brillaba radiante en el cielo, iluminando el lugar con su cálida luz.El sonido de la música suave llenaba el aire, creando una atmósfera mágica.Mientras que, los invitados, conmovidos por la belleza del momento, susurraban entre ellos palabras de admiración y felicitaciones.El oficiante, con una sonrisa amable, se paró frente a la pareja y comenzó a pronunciar palabras de amor y compromiso.Adriano y Gianina se miraban a los ojos, con las manos entrelazadas, llenos de emoción y de expectativa por lo que estaba por venir.—Hoy estamos aquí reunidos para celebrar el amor y la sagrada unión entre Adriano y Gianina —comenzó a decir el párroco encargado de llevar a cabo