Me despedí de Jossie el día jueves por la tarde, con mucho cariño y muy agradecido, puesto qué, mis padres llegarían el sábado para buscarme y no la vería hasta que volviera de mis vacaciones.
No había pasado un par de horas desde que Jossie se fue, cuando la soledad me comenzó a golpear.
Comenzaba a anochecer, veía una película de acción y afuera llovía a cántaros. Me llegó un mensaje.
— ¿Qué tal todo? ¿Cómo sigues?. — Anabel.
— ¡Hey, Bel! Aquí, triste y solo. — No crean que nuestros mensajes eran así, tan secos, usábamos muchos emoticones y stickers, nada más que por aquí no veo sentido ponerlos o describirlos ¿No?.
— ¿Qué? ¿Por qué? ¿Qué pasó?. — Respondió de inmediato.
— Jossie no podrá venir mañana y mis padres no llegan hasta el sábado, me toca quedarme solo.
— Debe ser fatal, sobre todo porque estás enfermo. — Apenas leí el mensaje, me llegó una idea.
— Si, de verdad, necesito una enfermera, o por lo menos quien me haga algo de compañía.
— Te aseguro que, si pudiera, iría. Pero