A los pocos minutos llegaron Paul y Melissa, comenzamos a trabajar en el proyecto, estábamos en la recta final y el esfuerzo que teníamos que hacer para salir bien con esa docente, era grande.
El resto de la tarde, traté de reivindicarme con Anabel. Aunque todo había pasado y había sido disculpado, no podía evitar querer compensarla por el mal rato. Durante toda la jornada estuve muy atento a sus necesidades, cuando pedía ayuda en algo, yo prácticamente saltaba para apoyarla. Cada vez le ofrecía alguna chuchería o jugo, lo que sea. Todos observaban la situación tratando de disimular, aunque les resultaba difícil evitar ver mi comportamiento.
Parecía un súbdito ante su reina.
— Sabía que Anabel te pondría de cabeza. — Paul interrumpió mis pensamientos, yo estaba muy concentrado, pensando en que otra forma podría ayudar a Anabel. “Sería buena idea llevarla a su casa”.
— ¿Qué dices?. — Rezongue algo confundido.
— ¡Anabel!. Mira como andas, tienes una cara de tonto riéndote por todo lo qu