17 de Noviembre de 1815, Londres.
Recibió una nota de su futura cuñada, Lady Samantha, en la que le anunciaba que debía estar en la mansión principal a una hora en específico para ir a pasar la velada en los jardines de Vauxhall, ese día era el cumpleaños de Benedict por lo que lo celebrarían en ese lugar y contemplarían los fuegos artificiales a media noche. Así pues, se fue en horas de la tarde a la mansión Bellingham con su hijo en brazos, de buen humor y disfrutando del cielo anaranjado del atardecer y de la suave brisa que los refrescaba y que movía sus cabellos dorados.
‒ ¡James! Has llegado ‒ dijo Josephine al verlo entrar por la puerta principal, su hermana era una de las personas que siempre se alegraba de verlo llegar.
‒ Buenas tardes, Jose ¿Cómo te encuentras hoy? ‒ preguntó dejando a su hijo en brazos de la benjamina, quien lo recibió con una sonrisa más amplia de la que le había dedicado a él.
‒ Yo estoy muy bien, han sido días ocupados, pero eso me viene la mar de bien.