El comienzo de la soltería.

Marzo de 2018

Aarón Abernathy

—Deberíamos crear una empresa que se llame triple A, pero que sean tres A.

—¿Algo como A.A.A? —pregunta Archer, mientras Ángel solo nos ve con su cara de culo y una cerveza en la mano que se empina a los labios. Nosotros realizamos su misma acción.

—Así, exactamente así —afirmo y chocamos nuestras cervezas.

—También deberíamos casarnos, un matrimonio de tres chicos gays —les propongo —, tendríamos una empresa de los tres, seríamos de nosotros mismos, como ha sido siempre y... ¡Estaríamos juntos los tres! —Archer aplaude eufórico y yo sonrío, pero Ángel se irrita.

—Ya deja de repetir el número tres, dolido de m****a —me dice y ruedo mis ojos, pues él siempre ha sido así, ese ya no cambia ni porque encuentre el amor, algo que será difícil porque de los tres, ese es el que menos cree en el romance o cualquier cosa que tenga que ver con dicha palabra.

—Concuerdo con Aarón, que seamos siempre los tres —Archer y yo volvemos a chocar nuestras botellas y la suya se rompe cayendo en pedazos al suelo y desparramando el líquido en la alfombra costosa del carísimo bar en el que estamos —. Ups...

La chica de limpieza se frota su rostro y niega con su cabeza antes de venir nuevamente a limpiar, porque es la segunda vez que eso sucede esta noche.

Me levanto y toco el hombro de mi mejor amigo.

—Archer, contigo las chicas nunca quieren tener nada —le digo —, solo te buscan, te follan, te sacan el dinero y cuando se hartan de ti, se van. Nunca más te vuelven a buscar.

Sí, suelo ser muy sincero cuando me emborracho, pero ¿ya qué? Ellos son iguales a mí, incluso creo que peor en el mundo de la sinceridad. Yo por lo menos me freno un poco en algunas ocasiones, pero no, Archer va directamente a por ello, al igual que Ángel, la diferencia es que el primero termina destrozado y el segundo parece una roca a la cual nada lo perturba, pero aquí entre nos, lo conozco, tiene su corazoncito.

Esta vez camino hacia Ángel y suspira sabiendo que debe aguantarme, aunque no lo quiera.

—Ángel..., tú eres todo lo contrario, ellas te buscan y les das lo que quieren excepto aquello que desde el principio les dejas en claro, pero lo olvidan. Buscan amarrarte como sea hasta que te hartas y huyes de ellas, tienes cero sentimientos y poca comprensión cuando se trata de alguien más que no seas tú mismo o nosotros tus amigos —enfatizo —, y, eso, de cierta manera, me hace sentir especial.

—¿Y eso debería interesarme por...? —enarca una ceja esperando mi respuesta.

—¡Porque yo estoy en medio de ustedes dos! —me desespero —. A mí me buscan y yo busco, trato de tener relaciones, enseriarme, no descarriar mi vida, ser el hijo perfecto que mis padres siempre han querido que sea y que otra vez los volvió a decepcionar porque acaba de cancelar su tercer compromiso.

—Eso es muy triste —murmura Archer estando realmente preocupado por mí.

Ángel bufa: —¿Triste? ¡Es lo mejor que le pudo haber pasado! ¿Quién en su sano juicio se casa con veintidós años? Amigo, te ganaste la lotería alejándote de esa arpía roba fortunas.

—¿Lo ves? Ya que estás de acuerdo, deberíamos casarnos los tres, ser felices, tener hijos...

—No podríamos, somos hombres —se burla.

—Podemos adoptar —me secunda Archer.

—O nos quedamos solteros todos y disfrutamos de la vida y sus bellezas, sin compromisos ni amarres —Ángel mira a una chica que va pasando y le guiña un ojo, la dama se sonroja y sigue su camino moviendo sus caderas más de lo que ya lo hacía.

—Quiero tomar tu oferta, a partir de ahora seré tú. Ya no más romance, no más amor, no más de esa m****a que te rompen el corazón —termino por decir.

—Porque los millonarios no nos enamoramos —se encoge de hombros y ahora es con él con quien choco mi botella de cerveza, solo que las nuestras no se rompen como la de Archer quien nos mira y se cruza de brazos antes de decir:

—Pero... ¿y el trío gay?

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