Capítulo ciento cincuenta y dos: Su padre lo niega.
Cuando el efecto del calmante terminó; me levanté del sofá, notando a Jesua sentado alado de la ventana; fumando.
—¿Cómo te encuentras, hermano? — me pregunta y yo solo suspiro sonando mis hombros,
—No lo sé. Pero me iré a casa ahora— le digo caminando hacia la puerta,
—Si necesitas de nosotros solo dilo— me dice mientras voy saliendo y solo le hago una señal con la mano como agradecimiento.
Sin quererlo vuelvo a detener mis pasos en cuidados prematuros, suspiro y entro junto al bebé. Al mirarle puedo ver lo bien que se encuentra mucho más grande y sano que cuando nació, introduzco mi mano en la incubadora y acaricio su pie,
—Lo lamento pequeño, no soy tu padre, pero te juro que si te quiero— le dije con pena,
—Cuídate mucho y sé un niño feliz… Espero que tu verdadero padre sea un buen ejemplo para ti bebé— agregué y él movió la cabeza sutilmente al sentirme.
No tenía idea de que le depararía el destino ahora, pero sabía que su lugar era con su madre y ese desgraciado, es