69. Deberías haberme reclamado
El aire olía a tierra mojada y a hojas recién brotadas cuando Tauriel descendió por la escalinata que conectaba la Casa de los Antiguos con la ciudadela inferior. Los guardias que custodiaban la entrada apenas se inmutaron al verlo pasar, pero los híbridos que vivían en los alrededores bajaron la vista al cruzarse con su sombra.
Era el Alfa de la Tierra, y aunque se esforzaba en mantener la paz con los pocos híbridos que vivían dentro de sus murallas, eso no significaba que les diera su total aceptación. Mucho menos a ella.
Cuando llegó a la clínica improvisada que se había instalado cerca del acueducto, golpeó la puerta con la fuerza de un lobo impaciente.
—Adelante —respondió una voz femenina desde dentro.
La puerta se abrió y encontró a la joven humana de bata blanca escribiendo en una libreta con manos firmes y mirada concentrada. Su cabello estaba recogido en una trenza alta, sus ojos verdes contrastaban con su piel cálida. Era joven, fuerte… y obstinada. También era muy