104. Házme tuya
El auto se desplazaba por las estrechas calles de Roma a una velocidad constante. Evelyn iba sentada junto a la ventana, en silencio. A su lado, Tauriel mantenía la vista al frente, pero sus sentidos estaban atentos. Podía sentir la tensión en los cuerpos de los hombres que los escoltaban, como si esperaran una orden para actuar. Solo les habían dicho que los llevarían a un sitio “seguro”, pero Evelyn sabía que no había nada seguro en eso.
Intercambió una mirada con Tauriel.
No necesitaron palabras.
El momento había llegado.
Los dos se lanzaron al mismo tiempo. Evelyn abrió la puerta de su lado, golpeando al guardia que iba detrás con el codo. Tauriel tomó al conductor por el cuello desde el asiento trasero y lo jaló hacia atrás con fuerza. El auto se descontroló, pero antes de volcar, Evelyn y Tauriel ya estaban fuera, rodando por el pavimento con movimientos rápidos y coordinados.
Los otros vehículos se detuvieron de inmediato. Los hombres armados descendieron, pero para entonc