86. Te perdono, papá
No era tan tarde, pero la noche ya envolvía Aryndell con su manto en un cómodo silencio, apenas quebrado por el murmullo del viento entre los vitrales encantados del palacio. El aire estaba cargado de algo distinto esa noche… algo más fuerte que la magia natural del reino.
Dayleen dormía, su respiración acompasada, hasta que sintió una mano cálida en su hombro.
—Despierta, pequeña —susurró la voz de su tía Keira—. Tu padre quiere verte. Ahora.
Abrió los ojos de inmediato.
—¿Ahora? Pero pensé que esperaríamos un tiempo para hablar sobre, bueno, todo.
—Sí. En su salón privado. Está algo nervioso, así que tenle paciencia si actúa raro o comete algún error —le pidió con una sonrisa ligera.
Dayleen no preguntó más. Se vistió rápido, recogió su cabello en una trenza suelta y caminó tras su tía por los corredores silenciosos, donde ni siquiera los guardias se atrevían a pronunciar palabra. Algo pesaba en el ambiente, como si todo el palacio supiera que algo importante estaba por ocurri