Capítulo 99 —Olor a tinta y cuero
Narrador:
Renzo afiló los sentidos cuando la rabia se le agotó en el cuerpo. Aún con el pecho agitado, caminó hacia la encimera; cogió un vaso, abrió el grifo, bebió un sorbo… y entonces algo le chocó: el horno. En la bandeja había restos de comida vieja, una escena que no encajaba con Sofía. Ella no era así de descuidada. Además, el exterior no estaba graso al tacto, como aparentaba. Se agachó, abrió la puerta y, con una paciencia que le tensaba las manos, fue revisando milímetro a milímetro: la rejilla, la carcasa, los tornillos, el marco trasero. Probó presión en los bordes. Un clic sordo respondió donde no debía. Tiró de la pieza con cuidado y el panel cedió, dejando ver un compartimiento oculto. Dentro, había objetos que eran una joya. Renzo contuvo el aliento. Dos teléfonos móviles, ambos con la batería cargada. Encendió uno: en la pantalla, la lista de contactos que ahora encajaba con todo; el Diablo, Mateo, Sasha, Dominic, y el resto de su fa