Capítulo 129 —Academia de manejo
Narrador:
El motor rugía mientras Sofía apretaba el volante con tanta fuerza que los nudillos se le dejaron de recibir sangre. Las palabras de Renzo todavía le ardían en la cabeza como brasas. De pronto, sin pensarlo, dio un volantazo, frenó a un costado del camino y salió del coche dando un portazo que retumbó en la noche.
—¡Hi*jo de puta! —gritó, pateando con fuerza el asfalto como si pudiera romperlo —¡Italiano de mier*da, que te crees el rey del mundo!
El eco de su voz se perdió en la carretera solitaria. Sofía caminaba de un lado a otro, los puños cerrados, la respiración agitada. Volvió a golpear el suelo con el tacón, maldiciendo en voz alta, despotricando contra él como una condenada. No había lágrimas, solo pura rabia.
—¡Siempre igual, Renzo! ¡Siempre con tus pu*tas dudas, con tu mal*dito orgullo! —gritó, tirándose el pelo hacia atrás con brusquedad —¡Te odio, Santini! ¡Te odio!
El teléfono vibró en su bolsillo. Sofía lo miró con los ojos inye