Capítulo 50

Las mejillas de Alana parecían dos cerezas, más cuando Osiel tomó su mano, la jalo más cerca suyo y le dio un pequeño beso en los labios, provocando los susurros inmediatos de todos aquellos que estaban a su alrededor, y sin más abrió la puerta del vehículo, como todo un caballero para que la joven ingresara, algo que Alana hizo de inmediato, tratando de escapar de la vista de los curiosos que ya estaban preguntando el nombre de la afortunada.

—Diosa, no puedo creer que hayas hecho eso. —le recriminó Alana apenas Osiel puso en marcha el vehículo.

—¿Hacer qué? — indagó mientras sonreía y a Alana no le quedó más que morder su labio inferior.

—Por la diosa, tienes la maldita sonrisa de Edur cuando sabe que está haciendo algo que no debe hacer. — trató de quejarse, pero su Alpha podía sentir que la pelirroja emanaba felicidad.

—Somos trillizo mi luna, somos tan diferentes, como también somos iguales, no lo olvides.

—Eso es una contradicción.

—Lo es, pero es la verdad, antes hacíamos todo
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