Alana y sus Alphas marcaron el comienzo de una nueva historia en el mundo sobrenatural, dejando enseñanzas como que a veces lo distinto no siempre es malo, y lo diferente debe ser apreciado y no maltratado, también les enseñó que nunca es bueno abusar del poder que se posee, porque uno nunca sabe lo que el futuro les deparará, los Alphas de Alana al menos habían contado con el favor de la diosa, y el perdón de su amada luna, porque en el fondo sabían que todo lo que habían pasado para ganarse el amor de su luna, no era nada a comparación de lo que realmente merecían, hasta que un día tuvieron que poner en práctica todo lo aprendido, y no solamente eso.
—Ustedes saben cuánto los aprecio. — dijo en plena madrugada el rey de los vampiros Benjamín, quien simplemente había irrumpido en la mansión de los Alphas. —Pero debo dejar en claro que no estoy de acuerdo con esto. —los Alphas se miraron inquietos, pero solo Alana hablo.
—Querido amigo, te daría la razón o contradeciría, si tan solo m