Los seres humanos son bastante impredecibles –dijo, mirando la escena de sangre, y la cara de angustia de todos los presentes.
Phillip llamaba desesperado una ambulancia; Raphael se inclinaba sobre el cuerpo de la pelirroja y lloraba llamándola; Tess, con las mejillas mojadas por las lágrimas, cubría los ojos de sus hijos presionándoles las cabecitas contra su regazo, y los sacaba de la sala; Georgina, sin importarle si se manchaba de sangre, estaba arrodillada al pie de su hija, cuyo cuerpo estaba flácido; y en la alfombra se seguía extendiendo la marca de sangre.
En el corazón de Heather hay maldad –dijo, refiriéndose a las almas, no al cuerpo.
Lo sé –dijo—. ¿Quién le dijo que