—Señor Branagan –anunció la secretaria—, la señorita Calahan está aquí.
Aquello lo tomó por sorpresa.
Ah, esperaba fervientemente que ella se lo pensara, que reflexionara, pero no imaginó que a la tarde siguiente ella estaría aquí. Esperaba que fuera para decirle lo que él ansiaba escuchar.
—Hazla pasar –ordenó, y segundos después apareció ella, Sam, pero que prefería ser llamada Heather. Llevaba un sencillo conjunto verde limón, y sandalias que casi dejaban al desnudo sus pies, pero que eran preciosas. Toda ella estaba hermosa, y él sólo pudo hacer una mueca.
—No te esperaba por aquí –le dijo. E