Una luna digna.

En cuanto Isaías ingresó a su despampanante mansión, lo primero que visualizó en el salón de té fue a su madre sentada con una postura elegante algo innato de la loba hermosa que más que su madre parece su hermana y a su abuela al otro lado, luciendo del mismo modo; espalda recta, pecho y mentón levantado con una pierna cruzada sobre la otra y en su mano derecha una taza con un líquido humeante dentro al cual le daba pequeños sorbos y la única diferencia entre ambas mujeres es que su abuela tiene unas mínimas canas y unas patitas de gallo en la comisura de los ojos apenas visibles y los labios cuando sonríe o hace algún gesto con el rostro.

—Isaías hijo, al fin ha llegado— comentó su madre cuando lo vio con planes de seguir de largo rumbo a su alcoba.

—Si madre, no es algo inusual que llegue a deshoras a casa— manifestó cansado, porque una de las cosas que lo conllevo a ir corriendo a ese club fue que sostuvo una irritante conversación con su progenitora que lo dejó de muy mal humor.

—Si cariño, pero como saliste tan enfadado me preocupo además sabes que tenemos enemigos que esperan ciertas oportunidades o descuido para atacar, debes trabajar más en tu autocontrol y ese carácter tan fuerte, mira cómo te ha nombrado tu propio pueblo. Debes ser un poquito más tolerable— le reprendió a pesar de que le había prometido a Isadora la abuela de Isaías que no le iba a referir nada más a su alfa.

—¿Debo irme o seguirás con el discurso? — preguntó tosco con tono poco respetuoso.

—Madre te amo y no quiero faltarte al respeto, créeme que lucho por no hacerlo, pero simplemente no me ayudas, deja de querer manejarme, soy un puto alfa dueño de sus jodidas decisiones, ya dejé de ser una adolescente hacen cientos de años, ¡está bueno ya! ¡¡me estoy cansando, esto me aburre!! — exigió frustrado a medida que peinaba la cabello con su mano izquierda, ansiando irse y dejarla con la palabra en la boca; sin embargo, no quiere terminar rompiendo en su totalidad la relación con su madre, ya que como hijo a pesar de ser alguien cruel y nefasto con otros, quiere ser un excelente hijo y nieto.

— Mi alfa, hijito mío, tu madre ya no va a continuar con esto, ya hablé con ella—. La señora que permanecía sentada como que nada le afectaba se paró de su lugar y se acercó a Isaías y luego vio con reprimenda a su hija, llamada Alice.

—¿Cierto Alice que esto morirá aquí? — cuestionó con mirada severa dejándole claro que debía dar una respuesta positiva porque de lo contrario la tendría también a la defensiva.

—Si mamá, ya no dire nada, tu nieto es un hombre eso lo entiendo, solo que ambas sabemos al mal que nos enfrentamos y no estoy dispuesta a perder un hijo más, ya he perdido demasiado, a mi esposo, a mi padre y a tres de mis hijos, Isaías y tú son lo único que tengo—. Protestó la loba con ojos aguados.

—Que no se te olvide que tu dolor está anclado a mi dolor, hemos pasado por lo mismo una y otra vez. Todos los lobos de esta y de otra manada a diario perdemos a un ser querido, pero debemos continuar— le pidió Isadora con voz suplicante. Luego volteó a ver a Isaías, y le brindó una sonrisa comprensiva y llena de afecto que lo hizo sentir menos incómodo, y aunque la señora no pronunció palabra a través de su mirada le prometía al alfa, que le iba a ayudar a tranquilizar a su madre, y que lo dejaría hacer lo que considere beneficioso para la manada.

—Gracias— le dijo Isaías sin crear sonido, solo con los labios y la loba volvió a reír a medida que cerraba los ojos.

—Kira hija mía, ven a conocer a tu alfa— una vez que Isadora vio la calma en Isaías llamó a la loba que será la luna de Isaías y él respiró para soportar la molestia sin crear nuevamente un alboroto porque igual debía aceptar una unión con una loba fuerte, preferiblemente una con gen de alfa, que relativamente son las más fuertes y guerreras imparables que no se echan para atrás cuando ven un enfrentamiento.

Resulta que los lobos hace más de dos siglos dejaron de encontrar a sus parejas designadas por la diosa luna, y debido a esto, la asamblea de los lobos, una organización formada por alfas, betas encabezados por el alfa supremo y el alfa real, decidieron que cada lobo llegado una edad de 1200 años que no haya encontrado a su pareja destinada tendría la facultad de tomar en su lugar a una pareja, sin importar el rango jerárquico, más no era una obligación, sino una decisión independiente de cada uno; como un humano elige a una pareja, porque adjudican que la madre luna le ha implantado un castigo al no darle una pareja única, la otra mitad que los complementan, ya que ellos se matan entre sí por puro poder. Ambicionando los territorios y fuerzas de sus manadas o magia que contenga la tierra en la que esté ubicada una reserva, justo como el distrito que pertenece a Isaías y a su familia como alfas nacidos en ese sitio, herederos únicos elegidos por la naturaleza como dueños y señores de esa tierra; razón por la que Isaías tiene una batalla fuerte con varios alfas que anhelan el poder único de ese espacio, ya que sus territorios son zonas rocosas o baldías, tierra muerta que no es capaz de germinar arboles frondosos, la vegetación es muerta; territorios tan secos que no son capaces de producir su propia agua por lo que no hay  manantiales, ríos o cascadas, pero menos tiene magia limpia y sin ser corrompida porque a pesar de su mala fama, Isaías no asesina personas por gusto ni consume sangre o carne humana por placer.

“Un territorio elige a su alfa y del mismo modo que este tenga su corazón la tierra conservará el suyo”

“Un corazón corrompido, y podrido por la maldad tendrá a cambio una tierra seca y totalmente muerta que no será capaz de aumentar su poder”

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