Capítulo 138 La ayuda de Juan.
Renata estaba reunida con los dos hombres que habían planeado y ejecutado el secuestro. A pocos metros, oculto tras unos arbustos, Juan, el joven que cuidaba a Elizabeth, intentaba escuchar lo que decían.
—Después de cobrar el rescate, háganla desaparecer —ordenó Renata con frialdad—. Pueden hacer con ella lo que quieran, me da lo mismo. Por ahora, déjenla viva unas horas más, que sufra y mucho. Envíenle más fotos a su marido, así como está —agregó riendo—. Quiero que sufran. Nadie se burla de mí y queda impune.
El hombre mayor asintió. El dinero sería entregado a la mañana siguiente. Lo dejarían en un lugar determinado y luego seguirían nuevas instrucciones. Aunque sabían que Federico podría tenderles una trampa, estaban convencidos de haber pensado en todo.
Juan regresó a la cabaña en silencio. Al oír que matarían a Elizabeth, sintió un vuelco en el estómago. No estaba preparado para presenciar algo así.
—No llore, señorita Elizabeth. La voy a ayudar a salir de aquí —le susurró con v