Capítulo 116 Hasta pronto
Federico entró en la habitación, seguido por Adrián. Elizabeth se incorporó y lo miró con detenimiento: ese hombre con el que había sentido una conexión inmediata, con quien compartía tantas cosas en común… ¡era su padre! ¡Su padre! Apenas podía creerlo. Había crecido como la bastarda de la familia, marginada por una alta sociedad hipócrita que la despreciaba sólo porque su padre nunca la había reconocido.

Adrián se quedó de pie, sin decir palabra. Federico se sentó junto a su esposa; no pensaba dejarla enfrentar sola un momento tan delicado.

— Lizzy… lo siento. No encontré otra forma de acercarme a ti —dijo finalmente Adrián—. Entiende que no podía venir simplemente a decirte que era tu padre. Me habrías tomado por un demente —resopló, conteniendo las lágrimas.

Elizabeth lo miraba con serenidad. Desde el primer día, ese hombre le había transmitido paz, justo como ahora. Tal como él mismo había dicho, no hay nada más poderoso que la voz de la sangre.

Se levantó de golpe y, antes de que
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