Por unos instantes pensé que si esta era la manera en la que debía morir, sería una muerte triste y dolorosa, además estaría lejos de la gente que amo. En ello recordé a mi familia, amigos y a los demonios, también pensé en Azel. Al mirar al demonio en mi frente se me escapó una lágrima traicionera, cargada de rabia por el hecho de haberme sacado el collar anoche, si lo tuviera, quizás tendría alguna manera de salir a flote de esta situación, pero no; no lo tenía y por primera vez me sentía derrotada. Luego de todos estos pensamientos caí en cuenta de lo cansada que estaba, así que quizás esto sería lo mejor, aunque en mi interior aún conservaba una chispa de esperanza.
En medio de ese panorama desolador y moribundo, como si de una ayuda divina se tratara, volví a escuchar esa voz. La voz de mi locura, de mi protección, de mi cordura, pero sea quién sea al que le pertenezca la voz, aparecía en momentos críticos, donde me situaba en el límite de mis posibilidades, ya sea para bien o pa