La mañana de Navidad, Ethan llamó a la puerta de nuestra casa.
—Tía, mis papás salieron de viaje; este año paso la Navidad solo. ¿Puedo celebrarla con ustedes?
Preguntó con toda cortesía y mis padres no pudieron negarse, así que le abrieron.
Se sentó a mi lado como si nada.
Quise apartarme, pero habría sido demasiado evidente; me quedé donde estaba.
La tía que vino a cenar, sin saber que Ethan y yo estábamos distanciados, nos bromeaba como siempre.
Al principio él charlaba feliz con todos.
Pero, cuando fui aclarando cada chiste con una sonrisa,
su semblante se oscureció cada vez más.
Cuando todos se retiraron a dormir y yo también quise irme, Ethan me sujetó.
—¿Tan rápido quieres desmarcarte de mí?
Entorné la cabeza, extrañada.
—¿Qué relación?
La frase lo dejó paralizado.
Iba a decir algo más cuando sonó mi celular.
Era Miles, compañero de la universidad.
Su llamada no me sorprendió en absoluto.
Desde que nos conocimos, su interés por mí es un secreto a voces.
Yo acababa de salir de la