4

Pensaba que discutirían peor, pero la cosa se termina cuando Jack me arrastra como a una niña lejos de Jenn. Ella tampoco ha puesto de su parte para librarme de este secuestro tan fortuíto. 

—¿Qué crees que haces? Suéltame —me quejo. 

¿A qué viene esto ahora? ¿Sus amigos tampoco pueden habalarme? Que.... << ¡Aaarrrg! >> Lo peor es que yo no puedo fingir que lo odio. No lo hago. Lo he echado de menos y todavía tengo la espinita clavada porque no me lo repitiera el otro día.

Me suelta cuando me ha alejado de la fiesta. La mayoría de las chicas están en el mar, divirtiéndose, chillando y disfrutando y...

—Ya me darás las gracias. 

—¡¿Las gracias?! —lo enfrento como pocas veces lo he hecho, diría que nunca hemos discutido, salvo lo del lunes—. Me lo estaba pasando bien.

Jack me mira. Es una mirada amenazante, de esas que da cuando sabe que es mejor que el resto. Me hace resoplar y me dan ganas de largarme y dejarlo aquí solo. Pero no puedo. Veo como sus ojos descienden por mi cuerpo hasta mi cuello y le cambia el semblante por completo. A mi se me encoge el corazón. 

Levanta la mano, siento que sus dedos tardan una eternidad en llegar hasta el colgante. Me roza la piel desnuda y consigue que tiemble. Él lo nota porque enseguida me mira con sus penetrantes ojos oscuros. A la luz de esta noche, con el fuego y la luna, puedo recordar porque llegué a enamorarme tanto de él. Era perfecto, antes todo lo era. 

Me gustaría estar aquí toda la noche, con él, me gustaría hablar de mil cosas pero las palabras tampoco me salen. Y no es como si tuviera tiempo para pensar qué decir. El ruido estruendoso de la fiesta hace que me gire y me quedo atónica viendo la escena. ¿Eso era lo que me esperaba? 

—Te lo he dicho. Voy a esperar a que me des las gracias.

Jenn y las que ahora supongo que son sus amigas se están partiendo de risa regodeándose de haber tirado la ropa del resto de chicas al mar. Hasta los zapatos y algunos bolsos. Dios. Van a tener que volver empapadas a sus casas, y espero que la corriente no haga que pierdan algo. 

A eso venía tanta insistencia de Jenn en venir juntas. Era su novatada. Qué tonta he sido. Y me siento más tonta por sentirme peor al confiar en que podía ser amiga suya. Esta semana está siendo todo lo que no esperaba de llegar a la Universidad.

—¿A dónde vas? —me pregunta cuando empiezo a caminar para ir a buscar mis zapatos.

No tengo ganas de seguir aquí. Kay está enrollándose con a saber quienes y Peter y Lee no es que aún sean mis amigos como para apoyarme emocionalmente en ellos esta noche. Además, el alcohol no me ha caído bien y se me ha pegado el olor a maría.

—A la residencia —mascullo. 

No espero que me siga, atravieso de nuevo la marea de gente y por suerte no me topo con Jenn. Por suerte, tampoco me han robado los zapatos.

—¡Cece! —Hasta que por fin me llama por mi nombre—. Joder, pensaba que eras una de esas novatas en al agua.

Está algo perjudicada ya por la mezcla de sustancias. Se tambalea sobre la arena y casi se cae al apoyarse contra el palo de voleibol. Tiene todo el pintalabios corrido por la cara y la veo demasiado animada como para poder convencerla de irnos al campus. 

—No.

—Espera, ¿te vas? ¡Si esto acaba de empezar! —Intenta cogerme para evitar que meta los pies en mis zapatilas, pero ya lo estoy haciendo—. Venga, novata, no seas tan aburrida.

—Estoy cansada, eso es todo —miento—. ¿Te vas a quedar?

—Le diré a Peter que te lleve, han venido en su coche y... ¡Peter!

Peter gira el cuello, parece el más cuerdo de los tres pero tampoco quiero que me lleve en coche después de verlo beber y fumar. Se nos acerca y escucha atento el percal, las llaves de su coche ya destellan entre sus dedos antes de que pueda objetar algo. 

—No hace falta, iré dando un paseo.

—Es muy tarde para que estés sola por ahí —dice él y descuelga su camiseta de la red—. Voy bien, no te preocupes...

—Ya la llevo yo. 

¿Él? ¿Ahora sí? ¿Qué hay de eso de "no formar parte de su vida"? Me dan ganas de aceptar irme con Peter, o caminando sola tampoco me parece tan malo visto las opciones que tengo. O puedo pedir un taxi y ya. Pero mentiría si dijera que no quiero estar con Jack. Tenerlo cerca, discutamos o no, a mi me vale.

Ladeo la cabeza para mirarlo. Lleva su camiseta arrugada en la mano y también se ha puesto las zapatillas. Parece decidido a llevarme y hasta la más ínfima posibilidad que existe de que podamos hablar, a mi me da un empujón de animos a aceptar. 

—Avísame cuando llegues, ¿vale, novata? —me dice Kay.

Yo asiento con la cabeza.

—Vale. Tú... pásatelo bien.

Se ríe y mira a las chicas que ha dejado sentadas en la arena con todo su maquillaje oscuro retregado por sus caras.

—No te preocupes por eso.

Echa a andar por la arena y al seguirla con los ojos mi vista recae en el pecho desnudo de Peter. Levanto la mirada y la mano y le despido.

—Ha sido un placer...

—Cece —escucho que gruñe Jack a mis espaldas—. No te voy a esperar toda la noche. 

¿En qué momento se ha vuelto un capullo? 

—¿Segura que no quieres que te lleve? —insiste Peter y yo sacudo la cabeza—. Avisa a Kay cuando llegues.

—Claro. Adiós. 

Aferrada a mi pequeño bolso doy media vuelta y me choco de lleno contra el cuerpo duro, musculoso y descamisado de Jack. ¿Se ha vuelto así de capullo a la vez que le salían todos estos músculos? Resopla y da un paso atrás lanzado a caminar sin esperarme.

No puedo evitar fijarme en su cuerpo, en el modo en que sus músculos se mueven al ponerse la camiseta de manga corta. Tiene la piel bronceada, nada a como somos los de Seattle con el clima tan asqueroso de la ciudad. Parece un chico de la costa, ha cambiado tanto...

—Deja de suspirar. Da gracias que te estoy acompañando.

¡Dios!

—¿En qué momento te has vuelto tan imbécil? —suelto.

Me mira sobre su hombro. La iluminación del fuego le hace mucho más intimidante de lo que creía que podía ser. Hace que se me ponga la piel de gallina. No quiero tratarlo mal, pero no es culpa mia ni de haberme bebido un par de cervezas de más, es culpa suya por no ser el chico que era. 

—¿Has bebido? —me inquiere.

Tengo que tragarme las ganas de decirle que eso no tiene nada que ver.

—Unas cuantas cervezas.

—¿Desde cuando bebes?

Me encojo de hombros.

—Lo sabrías si no te hubieras ido así como así —suelto, no quiero sonar tan brusca, pero recordarlo me duele.

—No sabes una m****a. —Sin embargo, parece que a él si le da igual hablarme así de mal.

—Sé que ni siquiera te despediste.

—No es asunto tuyo. Yo no era tu amigo.

¿No lo era? ¿No considera que habernos criado juntos crea un vínculo?

Eso sí que duele. Consigue cerrarme la boca un buen rato hasta que me doy cuenta de que estamos caminando por las calles de vuelta al campus. Quiero preguntarle si es que no tiene coche, cosa que dudo porque era un fanático de ellos, pero tengo los labios pegados por el dolor. Siento que si expreso hasta el más mínimo sonido él me lo devolverá con algo peor y terminaré llorando.

—Sigo esperando que me des las gracias por evitar que estés empapada ahora mismo.

Un capullo bipolar, eso es en lo que se ha convertido. ¿Tiene pensado tratarme mal y después soltar chascarrillos?

—Gracias —murmuro en voz baja.

—Mira que te lo advertí. Jenn no va a ser tu amiga —me reprocha.

Ni Jenn, ni él. Pero tengo a Kay y puede que mañana cuando nos veamos en la habitación tengamos más cosas de las que hablar. Y Peter y Lee me han parecido buenos chicos.

Yo no digo nada más, no estoy de ánimos y a cada calle que pasamos me voy sintiendo aún más decepcionada con esto de las experiencias universitarias. Para cuando atravesamos el límite del campus en completo silencio, me doy cuenta de que tampoco quiero estar sola en la habitación así que me siento en el primer banco que veo. Jack avanza unos metros y de repente frena, da media vuelta y me mira.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo