El viento del pequeño pueblo peruano era un susurro helado, un eco de memorias que parecían haber sido borradas. Ethan se encontraba en medio de una plaza desierta, rodeado de casas cuyas puertas y ventanas estaban selladas como si quisieran contener algo. Las fachadas, aunque desgastadas por el tiempo, parecían haber presenciado algo más allá de lo humano. El cielo, antes pintado con tonos dorados por el amanecer, ahora se oscurecía mientras una sombra impenetrable avanzaba desde el horizonte, consumiendo lentamente todo a su paso. El silencio se rompía solo por el crujir ocasional de la madera y el suave golpeteo de su respiración agitada.
Respiró profundamente, el aire cargado con la tensión de lo inevitable. Cada inhalación parecía más pesada, como si las partículas mismas del ambiente llevaran consigo un peso cósmico. "Esta es tu prueba," la voz de los Primordiales resonó en su mente, etérea y vasta, como si viniera desde el centro mismo de la existencia. "Lo que enfrentes aquí d