Lucas se quedó helado. Mariana lo miraba de frente y, palabra por palabra, le lanzó:
—Lucas, dime algo. Si hubieras pasado toda una vida soportando traiciones durante más de veinte años, si hubieras esperado con paciencia solo para terminar muriendo por el egoísmo de esa persona... y después tuvieras la oportunidad de empezar de nuevo, ¿le darías otra oportunidad? ¿Volverías a gastar un solo minuto en alguien así?
El rostro de Lucas se puso blanco como el papel. La voz se le quedó atrapada en la garganta, incapaz de responder.
Mariana, en cambio, habló con una calma que dolía más que cualquier grito:
—Tu silencio ya me dio la respuesta. Así que espero que entiendas la mía. Lucas... no vuelvas a buscarme.
Se dio la vuelta y se alejó sin mirar atrás.
Lucas quedó allí, inmóvil en medio del pasillo, con la mirada perdida. Desde el principio había presentido que aquel sueño era demasiado real, pero nunca imaginó que Mariana lo confirmaría. Y ahora lo sabía: ella lo había vivido todo.
Cada h