Frente a él había dos montones de cosas.
El primero eran los obsequios que Mariana había mandado devolver antes de irse.
Lucas los fue revisando uno por uno... casi todos eran regalos que él mismo le había dado. Pero no eran más que compras apresuradas, encargos que su asistente resolvía sin que él siquiera se tomara la molestia de elegir. Ni los recordaba.
Su rostro se oscureció.
¿Así que Mariana, antes de marcharse, ya había decidido devolverle todo?
Entonces bajó la mirada hacia el otro montón.
Y enseguida lo reconoció: eran los regalos que Mariana le había hecho a él.
De pronto, sintió como si algo se le hundiera en el pecho. Mariana siempre había sido así... siempre encontraba la forma de sorprenderlo con algún detalle.
Su cumpleaños, su aniversario, cualquier fiesta... cualquier pretexto le servía para llegar con un regalo en las manos.
Él, molesto, había terminado por no abrirlos jamás.
Los mandaba directo al sótano, a acumularse sin que les diera importancia.
Ahora, Elsa los