Fleure
Cierro la puerta de un golpe y giro la llave con un gesto seco. El sonido metálico resuena en el aire como un veredicto.
Un silencio pesado cae de inmediato, pero no es el verdadero silencio: los gritos continúan vibrando en mi cabeza, como si las paredes los reprodujeran en eco.
Me siento en la cama. Los muelles crujen, un sonido diminuto que me parece ensordecedor. Mi corazón late tan rápido que siento que golpea en mis sienes. Me tumbo, me incorporo de inmediato. Imposible encontrar una posición. Imposible detener este ruido interior.
¿Por qué me afecta tanto?
Porque ha sido indecente, sí. Porque ha querido que escuchara. Me ha tendido una trampa sonora, y he corrido hacia ella sin pensar.
Pero no es solo eso. Lo siento, y esta idea me quema.
Cierro los ojos. Mala idea. La oscuridad despliega las imágenes que intento alejar: la puerta entreabierta, su sonrisa cuando nuestras miradas se cruzaron. Aún siento la forma en que su mirada se deslizó sobre mí, como una mano invisibl