Fleure
Abro la puerta.
El aire de la mañana me toca. Un escalofrío crudo, sin regusto. Por fin un contacto que no busca nada, que no posee nada. Solo… el mundo. Vastо, real, indiferente.
Respiro.
Uno.
Dos.
Tres veces.
Doy un paso afuera. Solo uno.
No lo oigo. Pero lo siento.
Su sombra me precede. Casi me choca.
Su mano me agarra por la muñeca. No brutalmente. Pero con una certeza helada. Un agarre como un punto final que él coloca allí, sin pedirme opinión.
— Suéltame, susurro sin darme la vuelta.
— No.
Su voz es baja. Extrañamente tranquila. El tipo de calma que te anuncia un huracán.
Y entonces, me da la vuelta.
Un gesto nítido. Eficaz.
Y sus labios están sobre los míos.
No es un beso. Es una explosión.
Exasperado.
Hambriento.
Furioso.
Un beso que habla por mí, que grita en mi garganta: Eres mía, de nuevo. Y soy tuyo, aunque lo niegue. Un beso que me devora como una verdad que me niego a reconocer.
Y lo peor de todo: una parte de mí responde.
Una parte de mí se abre. Un segundo.
Un