-¿Qué tengo que ver con Melanie Caldwell? – Dijo la abogada – Directamente nada, pero ¿Quién cree que hizo llegar mis referencias a sus abogados?
-¿Melanie? – Preguntó el señor Duncan asombrado - ¿Por qué?
-No sé. ¿Venganza tal vez? – Respondió la abogada con las manos en la cintura sin preocuparle que no llevaba ropa puesta –
-¿Todo fue una trampa? – Preguntó el señor Duncan –
-Sí. El señor Miller también salió muy favorecido – Dijo la abogada –
-¿Así que le dieron dinero a un hambriento como Miller? –Dijo el señor Duncan - Pero jamás van a lograr quitarme el fideicomiso de Sarah – Dijo el señor Duncan con los ojos entrecerrados – A menos que el objetivo no fuera ese sino otro – Dijo el señor Duncan mirando la habitación y la cama revuelta – ¡A menos que el objetivo fuera separarme de Rosalin! – Gritó el señor Duncan –
-¡Y creo que se logró! No creo que ella te perdone esto – Dijo la abogada –
-¡Oh No! ¡Eso no sucederá! ¡No, si yo puedo evitarlo! – Dijo el señor Duncan saliendo de la