Rosalin iba entrando al edificio que era la empresa de su esposo. La mayoría la conocían y la saludaban con amabilidad. Se dirigió al ascensor para subir directamente a la sala de juntas y al entrar, allí se encontraba su esposo reunido con los abogados. Todos se voltearon a verla sorprendidos.
-¿Rosalin? ¿Qué estás haciendo aquí? – Preguntó el señor Duncan –
-Buenos días – Dijo Rosalin acercándose a la mesa - ¡Qué extraño no ver por aquí a la señorita Chamberlain iluminando con su carisma!
-Hay muchas cosas que debo contarte Rosalin y esa es una de ellas – Dijo el señor Duncan – La señorita Chamberlain está despedida. Te lo iba a decir esta mañana, pero estabas apurada para tu reunión –
-¡Qué interesante! – Dijo Rosalin colocando una carpeta con toda la información recabada por los senadores – Porque esa reunión a la que fui ésta mañana, me llenó de luz y sabiduría, pues me consiguieron las pruebas para aplastar definitivamente a Miller –
-¿Pruebas? ¿De qué pruebas estás hablando? –