Vitto Santori voló a Sicilia, estaba decidido a enfrentarse a Dionisio Damasco, el padre de Dante, y exigirle que su hijo devolviera a Vanessa sana y salva. No le importaba si tenía que gritar, amenazar o disparar. Su hija era lo primero, y ningún Damasco lo detendría.
En el avión, Vitto apretaba los puños, recordando el momento en que supo que Vanessa y Darius eran sus hijos. Había perdido años con ellos, y ahora, saber que Vanessa estaba con Dante lo ponía enfermo.
Donatello también tomó un vuelo a Sicilia, consumido por la furia. La boda arruinada fue una humillación pública, sus socios murmuraban, los medios no paraban de hablar.
Buscaría en Sicilia, si no los encontraba viajaría a Procida, sus hombres buscaban cualquier pista. Donatello no solo quería recuperar a Vanessa; quería destruir a Dante, en el avión, miraba por la ventana, planeando cada movimiento con frialdad.
En la mansión Coldwell, el ambiente era un caos, Greta Coldwell, Celine, Constanza y Caroline estaban pegada