RubíEstaba permitiéndole llegar a lugares donde había planteado hacerlo con alguien estable y no por una noche. Pero Emmanuel superó mis expectativas y no iba a negar mi sentimiento hacia él. Sus besos me supieron al manjar más delicioso de caramelo. Donde había puesto sus manos quemaron la piel, muy seguro mañana lamentaré el no volver a tener esto.Pero tomaré el riesgo. Y no sentiré remordimientos, porque yo era quien decidía quién me tocaría. Mi respuesta había avivado ese par de ojos, los cuales parecían dos pozos negros llenos de lujuria. Su demandante voz era lo único que quería obedecer. Me cargó para cambiar de posición.Ahora estaba de espalda al sillón y él arrodillado, mis senos al descubierto. —Ni en mis sueños había imaginado tener tal experiencia con él—. Tampoco iba a pensar, solo a disfrutar. Ese morenazo pasó sus manotas por mis muslos, llegó a la pequeña ropa interior de encaje negro y, en vez de quitármelo, las desgarró.Lo vi mirar mi parte íntima y lamerse los l
AngélicaLos besos de Ernesto por mi espalda me despertaron. No había dormido mucho, debieron de ser solo unos minutos, hasta hace poco terminamos de hacer el amor. Estar en sus brazos era lo mejor que me había pasado, así la gente nos vea mal. No era mi hermano, no cometemos incesto.A menudo debo de decírmelo para no entrar en miedo cuando pienso en nuestros padres. Pero nuestro problema, eran ellos. Sé que podíamos enfrentar al mundo, pero no queríamos decepcionarlos a ellos. —Ángel, debemos regresar. Son las cuatro de la mañana.—No quiero.—Debemos hacerlo.Su mano acarició la desnudez de mi trasero. Lo apretó, si no fuera principiante estaría una vez más disfrutando de su cuerpo de nuevo, pero la verdad me sentía adolorida. Apartó el cabello, dejando a su disposición el cuello.—Te amo, no quiero ocultarme, Ernesto.—Lo sé. —besó mi hombro—. Sin embargo, debemos esperar un poco. Sobre todo, para saber qué les diremos a nuestros padres o cómo abordaremos el verlos a los ojos. Po
María PaulaGabriela tenía razón con lo de ayudar a Rubí y, como aún no habíamos salido del parqueadero, podía hacer la jugada. Ya era hora de que vuela a ser feliz. Él se ponía el cinturón de seguridad, de rapidez le mandé un mensaje a Alexey.«Espérame, me voy contigo».—Emmanuel, me voy con Alexey, debo aclarar un tema importante con él.—¿Qué?, ¡pero Mapa!—Por favor, cerciórate primero de que Luis David llegue por ella. —señalé en dirección de mi amiga.Era extraño. Luis era el mayor, pero no hizo esa gran fraternidad con nuestro grupo. Nos consideramos familia, pero él era más amigo de mis hermanos menores y de los hijos de Benjamín. Eso sí, adora a su hermanita.—¿Por qué?—Porque mírala. Su hermano no ha llegado.Antes de que dijera algo, salí del carro y corrí para llegar al de Alexey, quien esperaba extrañado.—¿Se puede saber qué pasa? —Su mirada evidenciaba reproche por este acto.—Cosas de chicas. ¿Puedes llevarme a la casa?—Eres única, Vainilla. Por supuesto, ni modos d
RubíRegresé al carro solo porque varias personas vieron la disputa. En un silencio total e incómodo, atravesábamos toda Bogotá. Una hora después estaba aparcando frente a mi casa. Puso el seguro de la puerta. Ahora literalmente estaba encerrada.—Disculpa por alzarte la voz.—Quiero salir del auto, Emmanuel.—¿Por qué le pediste ayuda a mis hermanas?—No lo hice. Y si les conté lo de ayer, pero como una experiencia más, de hecho, yo pasé página. Lo que hayan pensado tus hermanas lo hicieron por ti, no por mí. No soy quien tiene la cara de querer desaparecer del mundo porque alguien no me ama. Pregúntale a ella, no les pedí ayuda de nada.—Sí. Tal vez. Es mi puto problema el seguir enamorado de la misma mujer y que no exista nadie que pueda superarla. —No pienses en nada, de algo debe servir tu reacción tardía, pero eso sí dolió.—Me alegra. Es bueno tener claro los sentimientos. ¿Qué tengo que ver yo ahí?—No me gusta estar en boca de la gente y menos tener mi vida privada como domin
EganEra muy agradable tener estabilidad sentimental. Estos dos meses habían sido increíbles, así tuviera mis bolas azules. No iba a forzarla para tener relaciones. Pero por dentro andaba como un toro, no veía la hora en que se anime a intimar, me estoy muriendo de ganas por besar todo su acanelado cuerpo.Miré por la ventana del despacho de papá, desde hace un mes comenzaron a entregarme las empresas Katsaros. También reinicié la semana pasada la segunda carrera, la había dejado inconclusa por estar preso. Y era momento de ponerme juicioso. Las carreras clandestinas ya estaban llegando a su fin. Ya teníamos el dinero suficiente para lo que iniciamos dicha aventura.—Aquí estás.Mi hermana Adara ingresó cargando a Deacon; al acercarse, le arrebaté a mi hermoso sobrino. Los genes del papá estaban marcados. Se parecía a su abuelo, aunque también a su padre.—¿Dónde dejaste a Althaia?—En la sala jugando con Salvador. Papá pidió que viniera, ¿sabes para qué?—No, aunque también me dijo l
GabrielaDespués de la preocupante reunión con nuestros padres, me vi en la obligación de confesar la verdad, por eso, después de los nuevos parámetros de seguridad, les dije del nuevo apartamento pre negociado. Eso no les gustó mucho, más no lo prohibieron. De todas maneras, ya estaba decidido. Si deseaban poner a un pelotón alrededor para cuidarme, bienvenido será.Mis padres cruzaron la mirada, pidieron hablarme en privado. Y por eso me encontraba en el despacho del señor Maldonado. Por chat le había estado hablando con Sam, le escribí que muy seguro les hablaré con la verdad, y en cuestión de minutos se enterarán de nuestro noviazgo, dado que esa era la razón verdadera de mis intenciones para irme de la casa.No iba a negarlo, me daba más miedo mi madre que mi padre. Esperemos a ver qué dicen, muy seguro mi mamá pondrá el grito en el cielo, volarán zapatos o puede que no sea así y nos dé la bendición sin problemas. Pero ya no había vuelta atrás. Después de diez minutos esperándolo
GabrielaRegresé a la mesa donde nos habíamos sentado las cinco luego de dar mi discurso por la boda. Mis amigas me recibieron con felicitaciones por mi oratoria. Ya Maco había salido del grupo de soltera. Y eso que yo era la mayor de todas, aunque Maco no lo parecía por lo centrada y anciana mental que era.Ella, que siempre tenía razón en lo que decía, nació con ese don de tener boca de santo. Mil veces me había dicho: no mires a Samuel como el hombre de tu vida. Lo amaba, pero no era un hombre para una sola mujer. Es mi hermano y lo conozco, podría hacerte daño si no te ama. Porque cuando lo haga, será el hombre más bello del mundo. Solo deben llegar a ese corazón escondido.Nunca le he hecho caso, y espero no haberme equivocado con lo sucedido entre los dos en estos últimos meses. Ya había apostado por Samuel y mi sentimiento, por eso me entregué a él en la cárcel. —Sonreí como una tonta enamorada, al recordar...—¡Estos pasteles están deliciosos! —exclamó Rubí, que tenía rato de
Eugenia MaríaLe dio un beso en los labios, eso no se sintió bien.—Mi prima está presente. —llamarme prima tampoco fue agradable.—Ya me iba, tranquilos.Di media vuelta, necesitaba alejarme. En ese momento Angélica llegó con los ojos rojos y me quitó la bebida.—Amiga, necesito otra.—¿Qué tienes?—Por favor.—Ya regreso.Al volver a la mesa de los licores, Egan daba la espalda para quien se acerque y abrazaba por la cintura a su novia.—¡Qué no tengo nada con ella!, ¿de dónde sacas eso? Acaso no la viste, no es mi tipo, no es atractiva.—Es tu prima.—Tampoco lo es. Bueno, por cariño y por la gran amistad entre nuestros padres, desde pequeños nos enseñaron a verlas de esa manera, pero para mí no es nada. Ella no es nadie. —Eso dolió demasiado, mucho más, los ojos me picaron, no me aguanté. —Vaya. —dije, al girarse vi la vergüenza en su mirada.—Euma. —alcé la mano.—Ese apelativo es para las personas de la familia y verdaderos amigos. Creo haberte escuchado decir: no soy nadie. —Qu