Emmanuel
Esto sin duda era una locura, desde hacía mucho no me salía del papel de persona correcta. Pero aquí me encontraba. Dispuesto a llegar hasta donde esta pequeña niña lo permitiera. El guardaespaldas se había quedado en el auto. Le dije que no era necesario, podía defenderme y defenderla.
El lugar había sido recomendado por él. Le pedimos un lugar discreto, elegante y agradable. Como era lugareño, supo llevarnos al sitio correcto. Por eso caminábamos en una discoteca con apartados en bohíos. La pista estaba con algunas parejas, era una circunferencia considerable, de ahí se desprendían caminos hasta llegar a los bohíos, los cuales nos darían muy buena privacidad.
Una ubicación en la que se podía hacer lo que fuera. Nuestras manos seguían entrelazadas desde el ingreso y durante el recorrido, siguiendo a una de las meseras para nuestro solitario encuentro. Nos indicaron dónde se encontraba el teléfono para llamar. Por si deseábamos algo, nos entregó la carta de servicios antes de