Gabriela
—¡Entonces deberías de ayudarme! Habla con ellos. Me obligaron a tener este embarazo, se ponen del lado de Samuel cuando yo fui quien fue ultrajada, violada, denigrada, golpeada. ¡Por culpa de ellos arruinaron mi vida! No sabes las pesadillas que tengo al recordar a ese hombre mientras me penetraba por donde se le diera la gana. Una y otra vez. —Mi respiración se encontraba agitada—. Hablan de que debo superarlo; sin embargo, ¡no fueron ellas a quienes les gritaban obscenidades mientras era penetrada por el ano!
—¿Eso crees?
—¡Sí!, nadie comprende el infierno…
—El infierno en que viviste tres días, gracias a los ángeles terrenales, los cuales movieron cielo y tierra para encontrarte. En mi caso, fui violada por cuatro meses. —quedé callada—. Para entender que te violó un solo hombre; un acto horrible, sin duda. Pero yo pedir la cuenta en el hombre número veinte.
—¿Qué?
—Sí, Gabriela. Todos conocen la historia de mi violación en donde conocí a mi gran amiga María Joaquina. Per