Labios Púrpura
Labios Púrpura
Por: Sthefany M.
Prólogo:

Corre y corre muchísimo más, no se detiene ¿Por qué hacerlo?

Está agotada, sus pies duelen y sangran, su mirada perdida no sé hace esperar, su pecho sube y baja con ferocidad. ¿Cómo fueron capaces de hacerle algo así? Ella no puede más, pero sabe que si se detiene lo lamentara, le cuesta mucho trabajo seguir, pero lo consigue.

Gritos a lo lejos… La sangre de su cuerpo no ha dejado de salir, se contiene nuevamente de seguir, pero no se para pensarlo, ella sigue en su camino hacia la libertad, hasta que…

— ¡Suéltame! — grita ella con desespero.

— ¡La encontré! — la sostiene con tanta fuerza que sus extremidades duelen, pero no se queja, no llora, simplemente se queda quieta.

Caminan de regreso hacia la oscura cabaña, la sangre le hierve de rabia, sus pupilas están dilatadas y las ganas de acabar con todo a su paso son seguras y enormes.

Lo hará, terminará con ese sufrimiento, pero solo deberá esperar un poco, debe planear bien su plan sin desatar a la bestia en el transcurso de este.

Por unos breves segundo no puede mantener el control cuando ve el cuchillo cerca de su rostro, solo deberá tomarlo entre sus dedos… Y ya estará, lo dejará salir, podrá acabar con ellos. Se queda quieta esperando, pero la maldad en su interior derrumba la barrera que por años había formado, ya no hay límites que la detengan.

La oscuridad la consume poco a poco, la toma y la hace suya, sus manos cosquillean por proseguir, tiene una sonrisa escalofriante sobre su rostro.

Ya no hay cuchillo, pero si una navaja, la roza con la yema de sus dedos, es su única escapatoria, pero también la peor de todas. Sabe que una vez que la tenga entre sus manos no habrá marcha atrás, una vez que se deje dominar por la bestia tomará el control por completo.

Una macabra sonrisa se extiende sobre sus labios, está casi por completo dominada, solo falta un poco más y ya estará. Sostiene la navaja con fuerza, la tiene, la quiere, ya no hay vuelta atrás. Se acerca al sujeto con sigilo, no se ha percatado que ella sostiene aquello, no la ha visto, pero eso solo es un punto a su favor.

La ira la recorre, el odio la sostiene, la furia la envuelve, está cegada, el monstruo la consuela y la toma de la mano para proseguir con su acto.

Lo taclea y lo deja en el frío suelo, se desestabiliza, su sonrisa se ensancha mucho más. La navaja recorre su cuello, está lista y preparada, se siente extasiada al ver el miedo en el rostro del hombre.

La sangre comienza a escurrirse por sus manos, el rojo carmesí la baña y ella tiembla ante el contacto con esta. Cierra los ojos y deja que la navaja actúe por sí misma, no hay marcha atrás.

Ha liberado al monstruo, lo ha dejado salir de su jaula.

El monstruo desea más, anhela mucho más, no es suficiente solo con eso.

El monstruo le exige y le pide.

Hace lo que el monstruo quiere, se deja llevar por completo, se envuelve en un frenesí de sensaciones inefables. Lo tiene, lo toma, lo destroza, lo acaba. Sonríe, su sonrisa es aterradora, está dominada.

Toca la sangre, la estudia y analiza, la lleva a su boca, sonríe con suficiencia, el monstruo le pide y pide más ¿Cómo oponerse a este? Le da lo que desea, sigue con su acto. Los gemidos de dolor han dejado de salir de la boca de la víctima, está feliz, está tranquila, ha logrado su cometido.

Su mente está inundada con el rojo intenso de la sangre, no puede dejar de pensar en esta, la mira, la prueba, su sabor metálico se mezcla con su saliva, sonríe, parece desquiciada, es su momento, no le importa. La oscuridad en sus ojos es mucha, su mirada tan gélida y profunda podría dejar a cualquiera sin habla.

Se levanta con apresuro toma la navaja que había dejado en el suelo, da un último vistazo y sale de allí corriendo. No mira atrás, no espera nada más, toma una ruta diferente a la anterior, y corre porque sabe que su vida está dependiendo de eso. La oscuridad de la noche es mucha, árboles y muchos árboles más la rodean, decidida se esconde detrás de uno. Está agotada y muy agitada, pero la sonrisa de su rostro no se borra.

Nota como las personas entran en la oscura cabaña, los escanea y memoriza sus rostros, eso será una herramienta que la ayudará más tarde...

Con determinación se gira para seguir su camino, parece algo perdida, pero camina y camina más para poder salir de allí, ve la poca luz de la luna a lo lejos, un gran lago se extiende allí. Camina este ese lugar y se sienta con su mirada fija en el agua. Sonríe viendo su reflejo.

Ella se ha liberado... ¿El monstruo? Jamás existió, solo era ella misma tratando de ocultar y persuadir lo que en realidad era.

— ¿Me estas escuchando? — se gira para verlo con arrogancia. — Esto no es un puto juego. — pero si lo era, era su juego y estaba ganando.

— Cállate tengo todo listo. — le sonríe y sale de allí meneando sus caderas.

Es hermosa, sensual y lo sabe.

— Cómo me encanta esa jodida mujer. — sisea entre dientes mientras acomoda su erección.

— ¡Muévete! — le grito desde abajo.

El deseo en su interior era tanto que él solo buscaba desatarlo por completo, tomarla entre sus manos y acariciarla como tanto había deseado por años. La deseaba, la lujuria reinaba en su mente, pero era de esperarse, ella era exquisita, perspicaz y tan malditamente controladora y eso era lo que más le fascinaba y excitaba, el control que ella podía ejercer sobre él.

A nadie se lo permitía, pero a ella… Era otra historia completamente diferente. Y se dejaba dominar, aunque no lo dijera y él no lo aceptaba, pero ella lo sabía.

— ¡Que bajes! — quiso gruñir, pero el simple grito de ella hizo que los vellos de su cuerpo se erizaran.

Ha caído en su juego, todos caen...

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