Travesía:

Sus palabras me hicieron palidecer. Escondí el rostro por un momento, sintiéndome avergonzada.

—¿Lo sabéis?- susurré.- ¿sabéis lo que representa?

—Sí, y si yo lo he notado también lo ha hecho nuestro señor. Su madre era nómada como ya os he dicho.

Eso causó que me tensara al instante. Me levanté del banco de mármol y me dirigí en su dirección.

—¿Eso creéis?

—Estoy convencido. No conviene que le provoquéis constantemente, vuestra osadía puede costados caro, mi Lady.

Su tono, que había sido tan relajado y jovial se había enfriado, sentí el tonto impulso de aferrarme a su cintura, esconder mi rostro en su pecho y rogar por su perdón, pero me contuve. ¿Qué demonios estaba sucediéndome?¿Desde cuándo había comenzado a pensar semejantes tonterías?

De regreso al pabellón, me quedé sentada en mi cama pensando en muchas cosas. Hasta ese momento no había logrado nada de lo que me había propuesto con mis pequeños actos de rebeldía. Seguía siendo una concubina y seguía prisionera en una jaula de o
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