Amaneció un sol sangriento aquella mañana.
Alessia se bañó antes del amanecer en la piscina interior del pabellón, mientras Assian la observaba con indiscutible interés.
—Aun estamos a tiempo.- susurró él.
—No sabía que eras tan cobarde.- se burló ella.
Él achinó sus ojos, levantándose de sobre los cojines y descendiendo lentamente a la piscina con ella. Al llegar cerca, la tomó de la nuca, tirando de ella hasta subirla a su regazo.
—¿Cobarde?- masculló él, colérico.- ¡ven aquí, que voy a ensenarte un cobarde!
Alessia rió, en lo que sus labios chocaban y comenzaban a besarse con desesperación.
—Vamos a llegar tarde.- suspiró ella, abriéndose de piernas y ofreciéndole sus pechos.
—Si por mí fuera, no saldríamos nunca de este sitio.- sollozó él, adentrándose en ella.
***
Umara estaba nerviosa.
Mucho dependía del resultado del enfrentamiento esta mañana. A diferencia de Alessios, ella no compartía una expectativa optimista, si lo más mínimo salía mal, podría perder a su hija y