Capítulo 50
—Ahhh, no puedo me duele mucho —me quejé tomando con fuerza la mano de Clara.
—Ay, amiga, creo que ya estás en labor de parto —indicó preocupada—. Voy a llamar a tu madre y Zaire, ellas sabrán qué hacer —continuó intentando dejarme y negué.
—Tú no me dejas sola, y si la bebé sale aquí —cuestioné y ella negó.
—No seas exagerada, no has roto fuente, ahí si tenemos que preocuparnos déjame ir rápido, te prometo que ni te darás cuenta de que salí —trató de convencerme y aunque tenía mucho miedo de quedarme sola, acepté solo porque necesitábamos ayuda.
Me quedé sola en la habitación apretando las sábanas porque un dolor punzante se aferraba a mi abdomen, espalda y parte íntima como si algo estuviera a punto de salir con fuerza, arrasando todo a su paso.
—Por favor bebé, no salgas ahora, espera a que lleguemos al hospital —rogué y otra contracción llegó—. Ahhhh, rayos, qué es esto —exclamé dolorida, ni siquiera un cólico menstrual se comparaba a esa detestable punzada en mis tr