Capitulo822
—¿Y por qué no lo trajiste antes? —me recriminó Viviana con una expresión de reproche en el rostro.—Se me ocurrió recién anoche —me apresuré a explicarle:— Hace años que no vuelvo al pueblo; he estado estudiando fuera casi todo el tiempo.

Viviana soltó un enorme bostezo, sin disimulo alguno:—Estoy muerta… Me voy a descansar un rato. Quédate tú aquí vigilando.

—Claro, anda, descansa un poco —le dije con comprensión.

Se le notaba en la cara: estaba completamente agotada.

En serio, esta mujer era admirable.

Por el marido de su mejor amiga, había pasado la noche en vela sin quejarse ni una sola vez.

Y eso que en casa de Mikel, Viviana era como una reina, acostumbrada a ser cuidada y consentida a más no poder.

Tener una amiga así, tan leal y generosa, no era nada común.

Cuando Viviana se marchó a descansar, Lucian la siguió sin decir palabra.

Ese tipo siempre era así: callado, serio, como una especie de guardaespaldas silencioso.

Pero al menos, en las últimas veces que nos vimos, ya no fue
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