Capitulo817
Solo habían pasado unos días desde la última vez que lo vimos, pero el jefe Aquilino ya había adelgazado notablemente. Se le notaba visiblemente demacrado, con el rostro pálido y los ojos hundidos.A todos nos dolía verlo así.

Sin embargo, ninguno mostró una actitud derrotista ni dejó ver tristeza en su expresión. Sabíamos que, en estos momentos, lo que más necesita un paciente es ánimo y esperanza. Mostrar desánimo solo serviría para hundirlo más.

Así que todos nos volcamos en alentarlo, diciéndole que pronto se recuperaría, que lo peor ya había pasado y que solo tenía que descansar y cuidarse.

Aquilino, por su parte, se mostraba optimista:—Estos días les han tocado duro a ustedes —nos dijo con una sonrisa forzada:— Cuando me recupere, les invito a todos a comer, como agradecimiento.

Todos respondimos con entusiasmo, diciendo que lo esperábamos con muchas ganas.

Pero como éramos muchos y el ambiente se había tornado algo bullicioso, temimos que estuviéramos afectando su descanso.

Así q
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