Alicia no pudo aguantar más y las lágrimas comenzaron a caer de inmediato.
Unos minutos más tarde, recibió una llamada repentina de la policía preguntándole dónde se encontraba y diciéndole que debía presentarse para una investigación.
Alicia, llorando, miró a su cuñada, y esta, al ver su angustia, le dijo que nos acompañaría para darle apoyo.
Al final, Alicia aceptó.
—Óscar, ven con nosotras. Eres hombre, con tu presencia nos sentiríamos más tranquilas, — dijo mi cuñada.
No dudé ni un momento, al principio porque no quería que ellas dos, siendo mujeres, tuvieran que enfrentarse a todo esto solas.
Así que nos subimos al auto y nos dirigimos a la residencia celestial.
Al llegar, Zorath y dos oficiales de policía ya nos estaban esperando adentro de la casa.
Al vernos entrar, Zorath, con su actitud altanera, señaló a Alicia y dijo: —Oficial, es ella, ella fue la que me obligó.
Los dos policías, que parecían ser bastante jóvenes, mostraron una expresión bastante incómoda, pero siguieron el