—De todas maneras, ¡no se puede hacer! Señora Elara, no me empuje. Si lo hace, no seré tan educado contigo.
Sabía a la perfección que una mujer como la señora Elara no era alguien con quien pudiera tratar a la ligera.
Ahora mismo no tenía poder ni influencia alguna; un solo Mikel ya era suficiente para que me causara dolores de cabeza. Si me metía en algo con la señora Elara, no sabía cómo acabaría.
Este viaje a la Montaña Esmeralda me enseñó una lección importante: para poder salir con una mujer, también necesitas tener suficiente capital.
Si yo fuera alguien como Mikel, de seguro ya habría tenido algo con la señora Elara sin pensarlo dos veces.
Pero no soy esa clase de persona con poder o influencia, así que no puedo cometer esos errores.
—Óscar, felicidades, has pasado mi prueba.
La miraba muy serio de arriba a abajo, sin entender lo que pasaba, y ella de repente me sorprendió con esas palabras.
Me quedé completamente desconcertado: —¿Eh? ¿Qué está pasando?
La señora Elara se levan