De repente, no pude evitar sentir una fuerte mezcla de risa y frustración. Resulta que mi cuñada solo se refería a dormir, ¡yo pensaba que ellas querían...!
De inmediato me quité los zapatos y me metí en la cama.
Luna, con una sonrisa traviesa, se movió un poco hacia el borde de la cama:
— Óscar, acuéstate en el centro, así tanto tu cuñada como yo podemos estar más cerca de ti.
Me sentí algo avergonzado por la situación.
— Luna, ¿de verdad no tienes celos?
Lo encontraba algo completamente irracional. Ninguna mujer en su sano juicio querría compartir a su novio con otra mujer.
Luna respondió sin darle mucha importancia al asunto:
— No tengo por qué sentir celos, tu cuñada es mi mejor amiga, ella no es una extraña.
— Y, además, si no hubiera sido por tu cuñada, yo no habría podido escapar a tiempo.
Lo que había pasado antes, no lo sabía con certeza, así que no entendía muy bien lo que había ocurrido entre ellas.
A pesar de todo, me acosté entre Luna y mi cuñada, tal como ellas querían.
L