—¡Ah, ¿qué te pasa? ¡Bájate de inmediato!
Casi me muero del susto. Levanté las manos lo mas alto que pude, sin atreverme a tocarle ni un pelo a esa mujer.
Pero María, sin pensarlo dos veces, comenzó a quitarme la ropa prenda tras prenda. Mientras lo hacía, decía una y otra vez: —¿Acaso no pensaste hace un momento que yo te me aprovechando? Ahora te devuelvo el favor. No vuelvas a hacer o decir algo así frente a mí en el futuro.
Era muy temprano en horas de la mañana, pero no podía ocultar la rabia y la ira que sentía por lo que había ocurrido con Luna. Con María provocándome de esta manera era difícil resistirme, pronto empecé a sentirme aún más incómoda.
Tuve que sujetar el trasero de la mujer y levantarla lo mas alto posible: —Por favor, deja de hacer tales tonterías, ¿de acuerdo? Voy a llegar tarde al trabajo, ven aquí de inmediato.
—No, tengo que devolvértelo. Si te atreves a decir o afirmar que me aproveché de ti otra vez, ¡te acabare sin pensarlo ni una sola vez!
María dijo mient