Lo aprendí del mejor

Entrelacé mis manos al escuchar a Massimo, no podía evitar sentirme cada vez más nerviosa.

—Mi tiempo vale oro, ¿Vas a decirme finalmente por qué has venido? —Massimo preguntó, con impaciencia.

—Por favor, necesito que me prestes 500,000 dólares —dije sin rodeos, lo peor que podía pasar era que él se negara, en ese momento, Massimo apartó su mirada de la pantalla y la dirigió hacia mí.

—¿Puedo saber para qué necesitas esa cantidad de dinero? —preguntó con rostro serio.

—Mi novio necesita un trasplante de riñón de manera urgente, después de mucho buscar, finalmente encontraron un donante compatible,  necesito pagar para asegurar la reserva, de lo contrario se asignará a otra persona, estoy pagando el costoso tratamiento, y por ahora me es imposible conseguir tal cantidad.

Massimo me miró de arriba abajo, pude ver desdén en sus ojos.

—Así que estás dispuesta a sacrificarte por un hombre —murmuró. —Creo que has olvidado que esta mañana me pediste que no volviera a llamarte, además, ¿Por qué crees que debo ser yo quien te otorgue ese dinero? ¿Y qué obtendría yo a cambio? Eres demasiado ingenua.

—¿No te sorprende que te haya mencionado a mi novio? —Me sorprendí al ver que Massimo no mostraba ninguna señal de asombro, había esperado que tal vez se enfadara.

—Siempre investigo a mis amantes, sé que bailas en el club para intentar salvarlo, pero no me importa en lo más mínimo, lo nuestro es solo un negocio, como cualquier otro, tu vida fuera de esto no es asunto mío.

Massimo se levantó y se acercó, pude sentir su profunda mirada clavada sobre mí.

Me sentía avergonzada, pero sabía que Massimo era la única persona que podría ayudarme si lograba convencerlo, por eso, dije lo primero que se me ocurrió para intentar persuadirlo.

—Puedo pagar con mi cuerpo. —Pensé que él se burlaría de mí, pero en lugar de eso, él me tomó de la mano y me atrajo hacia sí, pegándome a su cuerpo, luego, acercó su boca a mi oreja y susurró con voz provocadora.

—Hmm, debo pensarlo detenidamente, no estoy seguro si debería aceptar, aunque la oferta que me haces es tentadora, obtener tu cuerpo a cambio de dinero, ya lo he hecho, tal vez por esa suma pueda convertirme en tu dueño. —Massimo bajó su mano y la deslizó por mi falda, intenté alejarme, pero él me apretó aún más contra su cuerpo.

Vi cómo esbozaba una sonrisa pícara, cargada de sensualidad y con un toque de perversión, conocía bien esa sonrisa, sabía lo que vendría después. 

La había aprendido a reconocer durante el tiempo que habíamos estado juntos, traté de apartarme, pero él me detuvo fuertemente.

Me condujo hacia la parte trasera de su oficina y abrió una puerta, revelando una espaciosa habitación, imaginé que era el lugar donde descansaba cuando no iba a su casa. 

En el centro había una cama, y la decoración reflejaba la frialdad y sobriedad de su dueño, un dueño que deseaba tenerme en ese momento.

En silencio, se acercó a mí y me besó con pasión desenfrenada, incapaz de resistirme, me dejé llevar por el arrebato del momento.

Sus caricias eran irresistibles, exploraban cada rincón de mi cuerpo con maestría.

Los gemidos de placer escapaban de mis labios sin poder contenerlos, mientras nuestros cuerpos se desnudaban y nuestras ropas quedaban olvidadas en el suelo.

Minutos después, yacía a su lado, Massimo me observó detenidamente, y me sentí un poco cohibida. 

—Eres verdaderamente hermosa. —Dijo, más de pronto sacudió la cabeza y pude sentir cómo se reprendía mentalmente por algo.

Massimo se levantó y recogió su ropa antes de dirigirse al baño, cuando regresó, me encontró ya vestida, sentada en el borde de la cama, esperándolo en silencio.

Salimos de la habitación sin intercambiar palabras, regresamos a su oficina, sentía curiosidad por su repentino cambio de actitud.

Retomó su lugar frente a la computadora, su rostro volvió a mostrar su habitual frialdad, me sorprendió cómo podía cambiar de humor tan rápidamente. 

No parecía en absoluto el hombre apasionado que me había acariciado minutos antes, decidida, me acerqué a él para preguntar, necesitaba saber cuál sería su respuesta.

Estaba a punto de formular mi pregunta cuando alzó la vista hacia mí, se levantó y se acercó, atrayéndome una vez más con su mirada intensa, su semblante dejaba ver nuevamente el deseo que sentía al verme.

—Massimo, necesito saber... —Mis palabras quedaron suspendidas en el aire cuando una voz femenina resonó desde afuera, en un instante, la puerta fue abierta de manera abrupta, Massimo me soltó rápidamente.

En cuanto la puerta se abrió, apareció ante mí la misma mujer que me había atacado en el hotel, la prometida de Massimo, me observó con furia, traté de acomodar mi cabello, me avergoncé, mi desordenada imagen era un claro indicativo de que algo más había pasado.

—¡Tú, despreciable mujer! ¡Tú otra vez! exclamó, pude ver cómo la ira se apoderaba de ella —Parece que no te ha quedado claro que Massimo es mío, pero si lo has olvidado, déjame recordártelo ahora mismo, m*****a perra.

La mujer parecía a punto de estallar de rabia, sus ojos enrojecidos reflejaban su gran furia. 

Se abalanzó sobre mí, dispuesta a hacerme pagar mi atrevimiento, sin embargo, Massimo se interpuso al medio, protegiéndome con su cuerpo.

—¿Qué demonios crees que estás haciendo?  —Exclamó Massimo, por su tono de voz me di cuenta de que estaba sumamente molesto.

—No puedes defenderla de esta manera. —Exclamó alterada.

Massimo, tenía el rostro enrojecido, estaba furioso.

—¿Quién te ha dado permiso para entrar así a mi oficina? ¿Quién crees que eres para invadir mi privacidad de esta forma?

El rostro de la mujer cambió al escuchar aquellas palabras.

—No necesito que nadie me dé permiso — respondió con voz temblorosa pero firme — soy tu prometida, tengo derechos, pero parece que tú no quieres entenderlo.

—¡Lárgate! —ordenó Massimo.

—Te aseguro que pronto te haré pagar lo que has hecho, mujerzuela, no tengas duda de ello.

Massimo se acercó y la tomó del brazo con fuerza, inmediatamente le hizo salir de la oficina de manera violenta.

Me encontraba paralizada detrás de la puerta, temblando como un ratoncillo asustado, la situación me había dejado sin palabras, sin saber qué hacer ante todo aquello.

Massimo se acercó lentamente a mí, su mirada era intensa y penetrante, sus dedos rozaron suavemente mi rostro, enviando escalofríos por mi piel.

—Entonces… —susurró, retomando lo que había sido interrumpido antes.

Reuniendo todo mi valor, me dispuse a hacer la pregunta sobre lo que me atormentaba en ese momento.

—¿Aceptarías prestarme ese dinero?

Noté que Massimo frunció el ceño, como si le molestara que no pudiera dejar de pensar en mi novio, especialmente después de haber estado entre sus brazos.

—Veo que eso es realmente importante para ti —respondió con cierta frialdad.

—Es realmente importante, te lo prometo, devolveré el dinero, no hablaba en serio cuando mencioné que lo pagaría con mi cuerpo, tú tienes una prometida y yo no deseo convertirme en tu amante.

Massimo me observó con seriedad, y una leve sonrisa se dibujó en su frío rostro,  me pregunté qué estaría pensando.

—Perfecto, te prestaré la cantidad que solicitas —respondió con calma, manteniendo esa expresión enigmática en su rostro —Regresa aquí en unos días, te daré noticias.

—Gracias, volveré en dos semanas, esperaré con ansias las noticias —expresé con sinceridad.

Vi cómo cambiaba su expresión mientras me despedía, giré para dirigirme hacia la salida.

— Qué tontas son algunas chicas —escuché que murmuraba para sí mismo.

Estaba por salir de su oficina, cuando llamaron repetidamente a la puerta, Massimo se acercó para abrir, él hombre que entró, me recorrió de arriba a abajo con curiosidad.

—Señor, traigo nuevas noticias.  —Massimo al escuchar lo que él hombre había dicho, pareció incomodarse.

—Será mejor que termines de irte de una buena vez, Emilie.

Salí de su oficina, mientras caminaba, mi mente estaba llena de pensamientos y emociones encontradas, no sabía si había tomado la decisión correcta al pedirle ayuda a Massimo, pero tenía que hacer lo que fuera necesario por Franco.

Massimo

Recibí la llamada inesperada de Emilie, me causó extrañeza, ya que me había puesto en claro que no volviera a llamarla, estuve a punto de no tomar la llamada, pero pudo más la curiosidad de saber que pasaba.

Al escuchar que me pedía ayuda, no pude evitar sonreír burlonamente, estaba acostumbrado a que las personas se acercaran a mí para pedir ayuda.

El motivo por el cual Emilie se había atrevido a marcarme, tenía que ser realmente importante.

Cuando la chica entró en mi oficina, intenté ignorarla, me sentía molestó por la manera en la que me habló al teléfono, pero no puede resistir la tentación de saber que es lo que quería.

Mientras ella lo decía, yo solo me concentré en su delicioso aroma que para mí era irresistible, la tomé de la mano y la llevé hacia la habitación en la parte trasera de mi oficina.

Descargue sobre ella toda la pasión y furia que estaba sintiendo, ella se entregó a mí como siempre lo hacía, cuando estábamos en la cama yo sentía que ella me pertenecía.

Más tarde regresamos a la oficina, ella parecía solo pensar en ese hombre, Franco, para colmo, Jane se presentó inesperadamente, intentó golpear a Emilie, estaba claro que yo no iba a permitirlo, así que a pesar de sus insultos, la eche de mi oficina sin contemplación alguna.

Esa mujer parecía olvidar que nuestro matrimonio no era más que un negocio orquestado por nuestros padres, después de que saque a Jane, Emilie volvió a suplicar por el dinero que necesitaba para salvar a su novio, termine aceptando, quería ver hasta dónde era capaz de llegar por salvarlo, le pedí regresar en unos días, noté como su semblante fue iluminado con una sonrisa.

Cuando Emilie estaba por salir de la oficina, mi asistente entró diciendo que traía noticias, le pedí a Emilie que se apresurara a salir.

—Habla. —Ordené a mi asistente.

—Hemos descubierto que al parecer había una persona acompañando a su madre el día que murió, estamos investigando.

Mantuve mi rostro inmutable, intentaba no demostrar que aquella noticia me causaba desconcierto.

—Investiga a fondo quién es esa persona y el motivo por el cual estaba allí ese día, necesito conocer todos los detalles, su nombre, su paradero y, sobre todo, si tenía algún vínculo con mi padre. —Ordené, sintiendo cómo mi corazón latía más fuerte de lo normal.

—Lo investigaré de inmediato y regresaré con nuevas noticias. —Respondió el asistente.

—Por último, solicita al encargado de personal que despida a mi secretaria, no puedo permitir tener a alguien en quien no confío informando sobre mi agenda a otras personas, encuentra un reemplazo confiable de inmediato. 

El asistente se retiró apresuradamente de la oficina, desconfiaba de mi secretaria, ¿Quién más podría haber informado a Jane sobre Emilie? 

Una vez más, me acerqué al ventanal, mirando hacia el abismo que se extendía ante mis ojos, la vista me atormentaba, imaginando el terror que mi madre debió sentir al caer.

Mi teléfono empezó a sonar en ese momento, era mi padre reclamando por la manera en la que traté a Jane, me preguntó qué dónde había aprendido a tratar así a las mujeres.

—Lo aprendí del mejor, padre. —Fue lo que conteste con furia, se dio cuenta de que me refería a él, cortó la llamada no sin antes lanzar unos cuantos insultos.

Mis puños se cerraron con furia, casi haciéndome daño, durante años, la paz me había sido negada mientras vivía atormentado por la tragedia ocurrida a mi madre, presentía que el culpable era mi padre.

Alonzzo Mancini había convertido la vida de mi madre en un infierno, aun así audazmente intentaba controlarme todo el tiempo. 

Quizás creyendo que los malos recuerdos habían desaparecido de mi memoria, pero no sabía que era prácticamente imposible, recordaba vívidamente cada día del sufrimiento de mi madre, y sin lugar a dudas, lo haría pagar por ello.

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