Punto de vista de Teresa:

«¿Qué vas a hacer entonces?», preguntó **Carlos** en voz baja. «Si no te quedas conmigo, ¿a dónde irás?»

«Me quedaré en un motel. Lo resolveré desde allí». Me crucé de brazos, a la defensiva. «La gente lo hace todo el tiempo. No es el fin del mundo».

«Un motel». Su voz era plana. «Con una niña de cinco años. Sin trabajo y sin ingresos».

«Encontraré trabajo. Algo saldrá».

«¿Cuándo? ¿Cómo?». Se puso de pie, la frustración filtrándose en su tono. «Teresa, sé razonable. Necesitas ayuda. Déjame ayudarte».

«¡No quiero ser un caso de caridad!»

«No eres caridad, eres…». Se detuvo, se pasó la mano por el cabello. «Eres alguien a quien quiero. Alguien a quien…». No terminó la frase, pero oí las palabras no dichas de todos modos.

Alguien a quien amaba.

El peso de ello se asentó entre nosotros, pesado e incómodo.

«Lo siento», susurré. «Lo siento no poder ser lo que quieres que sea. Pero no puedo aceptar esto. No puedo mudarme contigo y jugar a las casitas y fingir…»

«No