Traición y Consecuencias

Después de varios días de espera, mientras su padre se recuperaba, Raúl convocó a una rueda de prensa. Ese día estaba destinado a que Marcelo asumiera el cargo del Grupo Santos, pero Raúl proclamaría su victoria.

En el salón de conferencias, todos estaban expectantes, esperando la aparición del heredero. Sabían que durante la administración de Alex, el Grupo Santos se había posicionado como el conglomerado más poderoso en varios países. Sin embargo, desde que Raúl asumió el cargo, el grupo solo había logrado mantener su poder sin obtener grandes logros. Todos confiaban en que Marcelo seguiría los pasos de su padre y llevaría al grupo a nuevas alturas.

—Damas y caballeros, agradezco su presencia en este día tan importante. Sé que todos esperan con ansias conocer el futuro del Grupo Santos —anunció Raúl con solemnidad—. Lamentablemente, debo informarles que el heredero designado, mi sobrino Marcelo Santos, falleció trágicamente en un accidente mientras disfrutaba de unas vacaciones antes de asumir su cargo. Durante un viaje en yate, una tormenta se llevó su vida. En este momento, mi padre se encuentra indispuesto y no puede estar presente. Quiero que honremos a mi sobrino con un minuto de silencio.

Un silencio respetuoso llenó el salón mientras todos guardaban silencio en memoria de Marcelo. Después de un minuto, se preparó la pantalla para anunciar el nuevo rumbo del Grupo Santos.

—Les pido que presten atención al siguiente video, donde podrán conocer algunos de nuestros futuros proyectos —declaró Raúl—. Luego, estaré encantado de responder a sus preguntas.

El video comenzó a reproducirse, mostrando el logotipo del Grupo Santos y luego enfocándose en un muelle, donde Alex cargaba a Marcelo y lo subía al yate de la familia. El yate zarpaba mientras algunos hombres saltaban al agua.

El salón quedó en completo silencio. Alex, quien se encontraba cerca de Raúl, comenzó a retroceder sigilosamente. Cuando la prensa reaccionó ante lo que veían en el video, él ya no estaba allí.

—Más de 20 años trabajando para mí y nunca había cometido un solo error, pero tenía que hacerlo justo en esta ocasión —se reprochaba Raúl, imaginando las consecuencias que esto implicaría.

Raúl se retiró rápidamente y ordenó que sacaran a la prensa de la empresa. Mientras tanto, Alex, quien ya se encontraba en la oficina de Raúl, esperaba su destino. Sabía que escapar de Raúl era casi imposible; lo mejor que podía hacer era enfrentar las consecuencias y tratar de enmendar su error.

Cuando Raúl se acercó a él, le propinó un golpe en el estómago que lo hizo arrodillarse de dolor.

—Tenías una tarea simple: hacer desaparecer a Marcelo sin dejar evidencias —reprochó Raúl—. Pero ahora no solo hay evidencia, sino también un video que muestra claramente que fuiste tú quien puso a Marcelo en esa situación. Y todo recaerá sobre mí.

—Señor, asumo toda la responsabilidad de mis acciones y estoy dispuesto a enmendar mi error —respondió Alex, tratando de buscar una solución—. Si es necesario, puedo declararme culpable ante la policía. Además, el video solo muestra que yo puse a Marcelo en el yate, no lo implica a usted.

Raúl se tomó un momento para reflexionar. Conocía las habilidades de Alex, pero en ese momento era necesario sacrificarlo.

—Para enmendar tu error conmigo y que te perdone la vida, deberás hacer dos cosas —anunció Raúl con frialdad—. Primero, encárgate de eliminar al viejo de una manera que parezca natural. Y segundo, te entregarás a la policía. Una vez que seas juzgado, enviaré a un equipo de rescate para sacarte de la prisión. ¿Entendido?

—Sí, señor —respondió Alex resignado.

Estar en prisión era ganarse el paraíso para Alex. Sabía que cuando alguien moría a manos de Raúl, el sufrimiento era atroz. Raúl no tenía piedad y conocía métodos de tortura que solo eran aplicados a traidores.

Alex se dirigió rápidamente al hospital, propiedad del Grupo Santos. Al llegar, el director del hospital lo reconoció y se acercó a él.

—Señor Alex, lo siento mucho, hicimos todo lo posible, pero no obtuvimos ningún resultado —le informó el director.

Alex pensó para sí mismo que se refería a la muerte del viejo Santos. Esto le ahorraría mucho trabajo y además no despertaría sospechas.

—No se preocupe, no pasa nada —respondió Alex tratando de ocultar su alivio—. El señor Santos no dejará caer su ira sobre ustedes. Él ya sabía que esto podría suceder.

—¿Él ya sabía que su padre sería secuestrado y no dio aviso a las autoridades? —preguntó el director sorprendido.

—¿Secuestrado? ¿Cómo? ¿Cuándo? —reaccionó Alex confundido.

—Eso iba a decirle cuando lo vi entrar. Las enfermeras no saben lo que ha sucedido. Cuando entraron a su habitación para administrarle medicamentos, su cuerpo ya no estaba allí, solo quedaban sábanas y almohadas.

Si el viejo Santos desaparecía, sería el fin para Alex.

—Quiero que revisen las cámaras de seguridad, cierren todas las salidas y sellen el edificio. No puede permitirse que el Sr. Santos desaparezca —ordenó Alex.

A lo lejos, se podía escuchar el sonido de un helicóptero. A pesar de ser un hospital de 8 plantas, siendo la última destinada a la familia Santos, el ruido del helicóptero era perceptible. Sin embargo, el helicóptero se alejó en la dirección opuesta a donde se encontraba Alex. Cuando salió corriendo, solo pudo ver la cola del helicóptero a lo lejos, pero le resultaba muy familiar.

En ese momento, el teléfono de Alex comenzó a sonar. Al ver que la llamada provenía de Raúl, su semblante cambió.

—Señor, tenemos un problema —dijo Alex preocupado.

—El problema lo tienes tú —respondió Raúl con ira—. ¿Cómo has permitido que secuestren a mi padre? Eres el jefe de seguridad, deberías haber puesto hombres en la puerta de su habitación. Ahora eres el responsable directo de la muerte de Marcelo y de la desaparición de mi padre. En este momento, ya hay una orden de arresto en tu contra.

Alex se quedó callado, consciente de que sin el apoyo de su jefe no llegaría muy lejos.

—A menos que me des algo importante, estarás solo y tu cabeza tendrá un precio —amenazó Raúl.

—Señor, yo... Yo he vuelto a ver el S-92 — reveló Alex con nerviosismo—. Pensábamos que se había hundido en alta mar, ya que encontramos restos de helicópteros, pero...

En ese momento, la llamada se cortó y Alex recibió un mensaje en su localizador. Decía: [10 millones de dólares para quien me entregue a Alex. $12 millones si lo entregan con vida].

Poco después, llegó otro mensaje: [Bienvenido al infierno. Te aseguro que esto es solo el comienzo].

El remitente no estaba identificado. «¿Será la misma persona que cambió el video en el Grupo Santos?» se preguntó Alex.

Mientras tanto, en la oficina de Raúl, la policía estaba llevando a cabo las investigaciones sobre el secuestro de Marcelo Santos.

—Señor Raúl, usted sabe muy bien que es sospechoso en el secuestro de Marcelo Santos —dijo el comisionado de policía—. Sabemos que Alex es su subordinado y el mayor beneficiado en este secuestro es usted. Por lo tanto, debe proporcionarnos toda la información que necesitamos.

—Lo entiendo perfectamente, comisionado —respondió Raúl con aparente calma—. Alex actuó por su cuenta. Si lo hizo para obtener algún beneficio de mi parte, se equivocó. Mis abogados están presentando la denuncia correspondiente. Además, me han informado sobre el secuestro de mi padre. Y dado que Alex era responsable de su seguridad, sospecho que está implicado.

En medio de la reunión, un golpe interrumpió la conversación. Era la secretaria de Raúl.

—Disculpe, señor, pero debería ver esto. Es muy importante —dijo la secretaria, entregándole una tablet donde se mostraban diversos proveedores y clientes anunciando que ya no continuarían trabajando con el Grupo Santos.

—Si cree que esto sería beneficioso para mí, la reacción de los proveedores y clientes demostraba lo contrario. El Grupo había caído 3 puntos en la bolsa y esto afectaba gravemente al Grupo Santos.

—Luego enviaré a mi personal para que investigue más a fondo. Por ahora, solucione sus problemas —dijo el comisionado antes de retirarse de la oficina.

Raúl quedó solo en su despacho. «Maldito Alex, el plan era perfecto, pero tuviste que arruinarlo todo», murmuró enojado.

Raúl sabía que tenía que actuar rápidamente si quería mantener el control sobre el Grupo Santos y proteger su imagen. También necesitaba encontrar a su padre antes de que fuera demasiado tarde.

Mientras tanto, Alex estaba en una carrera contrarreloj para descubrir quién estaba detrás de todo esto y encontrar al viejo Santos. Sabía que necesitaba pruebas contundentes para exonerarse y llevar a los verdaderos culpables ante la justicia.

El reloj avanzaba implacablemente y las consecuencias de las acciones de Alex y Raúl comenzaban a manifestarse. La traición, los secretos y la lucha por el poder se entrelazaban en una intrincada red de engaños y manipulaciones. Enfrentados a un enemigo desconocido y con el tiempo en su contra, los destinos de Alex y Raúl estaban en juego. ¿Lograrían encontrar la verdad y redimirse, o serían consumidos por la oscuridad de sus propios actos?

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